Salió otra vez respondón el Iberostar, un ejemplo de la modestia bien llevada, sin complejos y una china en el zapato cada vez que comparece en el Buesa Arena pese a sus limitaciones. Sin embargo, el Baskonia dio una muestra más de su fiabilidad como anfitrión y esquivó un fatídico desenlace como el de la pasada temporada cuando el cuadro chicharrero le indigestó las Navidades con un duro correctivo. En una jornada donde siempre anduvo en el alambre y su intermitencia le impidió despegarse en el marcador, debió exprimirse al máximo para prolongar sus esperanzas coperas. Otro inyección de confianza a la espera de un doble desplazamiento a Estambul y Valencia que arrojará luz sobre el crecimiento azulgrana de la mano de Ibon Navarro.

La solvencia al amparo de su afición ya está corroborada. Ahora queda saldar la asignatura pendiente de las salidas, donde el Laboral Kutxa presenta un expediente descorazonador. Ahí se verá hasta qué punto el técnico vitoriano ha concedido otro aire a un grupo que necesita quitarse cuanto antes un peso de encima para asentar definitivamente su todavía delicada posición en la ACB y la Euroliga. De lo que no hay duda es que esta nueva era en el banquillo con la apuesta por una figura novel está suponiendo el adiós a la melancolía y depresión de los últimos tiempos. Pese a no completar una actuación redonda y sentir el aliento en la nuca de los pegajosos insulares durante 35 minutos (75-71), el Baskonia terminó solventando con suficiencia una cita crítica del calendario.

Sin la brillantez ni la contundencia acreditadas ante el Olympiacos, emergió una victoria trascendental para no quedar descolgado de la áspera pelea por el pasaporte hacia el Gran Canaria Arena. Frente a un rival directo que siempre enarbola la bandera de la disciplina, únicamente claudicó en el epílogo tras un titánico ejercicio de supervivencia y atesora una innata habilidad para potenciar su virtudes y minimizar sus carencias, la formación vitoriana supo sufrir e imponer su mayor batería de recursos. Viendo en todo momento al Iberostar por el retrovisor salvo en los tres minutos iniciales, eso sí estuvo expuesta a una debacle que habría cercenado por completo sus opciones de colarse en la gran fiesta del baloncesto estatal. Si se sostuvo en pie y minimizó algunas lagunas fue, en parte, debido a las superlativas apariciones de Causeur y San Emeterio.

La pujanza del francés, renacido con Ibon Navarro, y la chispa del cántabro, de nuevo en su versión más multidisciplinar, ahorraron un serio disgusto a los alaveses en una matinal de altibajos. Con su determinación en las entradas y la puntería exterior, ambos insuflaron dinamita al ataque. El Iberostar no halló antídotos para contener a dos exteriores desatados que se bastaron por sí mismos para someter un forastero rebosante de pundonor y fe.

Porque pocas alternativas más halló esta vez Ibon Navarro en una jornada con sonadas deserciones. Se autoeliminó Shengelia con sus ingenuos problemas con las faltas en el marcaje a Sikma, siguió el mismo camino un Tillie incapaz de suministrar solidez al puesto de cuatro, destapó Iverson sus limitaciones ante el aro rival, brilló por su ausencia el instinto asesino de Bertans y se perdió Heurtel en un mar de imprecisiones al frente del timón. El partido se encaminaba hacia un cara o cruz y el cuerpo técnico se la jugó con un quinteto de circunstancias al inicio del último cuarto. Cuando la apuesta sensata hubiese sido mantener a los dos exteriores franceses en la cuerda exterior, aparecieron el cuestionado Perkins y un Vujacic muy titubeante en los últimos tiempos. Ambos respondieron a la confianza en un tramo crítico donde el Iberostar puso toda la carne en el asador y amenazó con colocar un nudo en la garganta a la parroquia local.

El encuentro languideció con un parcial de 9-3 que permitió al Baskonia respirar de alivio. Dos triples de Heurtel ajusticiaron al Tenerife, impotente en la recta final para recoger el fruto a su aseado trabajo y que acusó la ausencia de Saúl Blanco. Capeado el temporal de la crisis provocada por la destitución de Crespi, se avecina ahora otra doble oportunidad para concretar un salto cualitativo en los dos frentes. Aguardan fuera el Galatasaray y el Valencia, dos rivales de postín para constatar la fortaleza mental de un colectivo azulgrana que lejos del Buesa Arena tiende a arrugarse. De salir airoso, la recuperación ya será un hecho.

Un martillo pilón a partir del segundo cuarto. Desatado tanto en las penetraciones como desde la línea de 6,75 metros. Hizo un descosido a Beirán en una actuación memorable.