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Personalidad marcada. Acaba de llegar, pero no le tiembla el pulso para tomar medidas importantes. El vitoriano rescató con éxito del anonimato a Diop, castigó a un inoperante Shengelia, se olvidó por completo de un Perkins sentenciado desde hace tiempo y concedió la alternativa a Begic en el momento idóneo. Sin embargo, el Baskonia todavía se encuentra lejos de la solidez deseada.
vitoria - Caminar sobre el alambre depara estos disgustos. De nada sirvieron, a la postre, la asombrosa actuación de un descollante Heurtel ni la añorada solidez bajo los aros suministrada por Begic, cuyas prestaciones en apenas doce minutos mejoraron con creces el oscuro papel desplegado por Hamilton hasta la fecha. Ni el francés ni el esloveno, en cambio, pudieron evitar un jarro de agua fría en toda regla y un terrible mazazo para las aspiraciones azulgranas de cosechar el pasaporte hacia el Top 16. El Baskonia continúa jugando con fuego en la Euroliga, donde ya se encuentra con la soga al cuello tras ahogarse en la orilla en Klaipeda.
Restan únicamente cuatro jornadas para que se clausure la primera fase y la espada de Damocles ya figura sobre su cabeza tras haber encadenado tres derrotas consecutivas. El calendario a corto plazo es terrorífico y el margen de error se ha acotado al máximo. Demasiadas turbulencias, constantes cambios de fichas y peligrosa marejada exterior como para gozar de un clima de tranquilidad. En un taquicárdico cara o cruz final donde los despropósitos fueron incesantes, el cuadro vitoriano desaprovechó un surrealista error de Zavackas en un saque de banda -el poste lituano estrelló sin ninguna oposición el balón contra su propio aro en su pase a Shakur- y dispuso de un balón ganador para minimizar otra actuación obtusa.
Sin embargo, la gloria se le resistió a un héroe que se agigantó para mantener vivas las constantes vitales y prolongar la agonía. Heurtel, autor de 31 puntos y 8 triples, se revalorizó un poco más en el Svyturio Arena y puso los colmillos más largos si cabe a todos sus pretendientes turcos con un papel elogiable. Pero el uno de Beziers, agotado y sin fuerzas, malogró un tiro de cinco metros que durante unos segundos eternos se paseó por el aro y, finalmente, salió despedido. Ahí se esfumaron las opciones para un Baskonia que vio castigada su intermitencia y falta de consistencia como colectivo. Sus altibajos y las gélidas salidas al comienzo de cada cuarto le penalizaron.
Un sangrante desplome tras el descanso, traducido en un parcial de 21-4, pareció hundir al Laboral Kutxa en la miseria. En una velada que ya amaneció torcida por sus siete errores consecutivos desde el tiro libre, la tropa alavesa nunca se sintió cómoda y vivió una aciaga jornada desde el perímetro. La mirilla desajustada de Bertans, San Emeterio, Vujacic y Causeur, todos ellos negados, alcanzó cotas insospechadas. Ante un Neptunas huérfano de centímetros y pívots intimidadores, la abrumadora superioridad reboteadora resultó tristemente anecdótica.
revulsivo diop Pese a capturar 18 rechaces ofensivos y lanzar 18 tiros más que su rival, el Baskonia fue víctima de su limitada solidez y su inmadurez fuera de casa, donde sigue coleccionando derrotas. Terminó ajusticiado por su falta de rigor atrás y no le salvó de la quema la portentosa aportación de Heurtel, convertido en un martillo pilón en plena remontada con un festival triplista sin precedentes. El galo, saturado de minutos por el ostracismo de Perkins -de nuevo casi inédito en el Svyturio Arena- vio el aro como una piscina. El Neptunas le colocó innumerables perros de presa, pero su estado de gracia permitió a los vitorianos recobrar la delantera (73-75) a poco más de un minuto para la conclusión. La suspensión del triunfo, perfectamente ejecutada, no merecía otro desenlace que la canasta para haber abandonado territorio báltico por la puerta grande.
Siempre a rebufo de la versátil propuesta del Neptunas, que suplió su falta de envergadura con buenas dosis de dinamismo, el Baskonia encontró en sus boyas interiores un resquicio para agarrarse al partido. Hizo daño en primera instancia Iverson, salió del anonimato más tarde Ilimane Diop para elevar con renovados bríos la temperatura defensiva y finalmente hizo acto de presencia Begic para dejarse sentir ante sus diminutos pares. La torre eslovena irrumpió en pleno desvanecimiento del tercer cuarto y, en compañía de Heurtel, representó un factor clave para propiciar un parcial de 2-17 que silenció al bullicioso público local. Sin embargo, otras piezas desafinadas y una defensa de plastilina arrastraron al Baskonia hacia una situación límite. La moneda al aire resultó cruz y ahora no queda otro remedio que hacerse fuerte en el Buesa para evitar una pesadilla funesta que comprometa el futuro del club.
Demasiada inconsistencia. El Baskonia siempre fue a rebufo en el marcador y estuvo a merced de la versatilidad de un Neptunas que llegó a dominar por 18 puntos en el tercer cuarto. Los altibajos terminaron penalizando a un grupo poco sólido.
Heurtel, sobrenatural. El francés, tocado por una varita mágica, metió a los alaveses en la pomada con un festival triplista sin parangón. Lástima que, tras una actuación colosal y posiblemente víctima del inhumano esfuerzo, se le resistiera la gloria en sus últimos tiros.
Hegemonía interior estéril. De nada sirvieron los 18 rebotes ofensivos y el dominio bajo los aros de Iverson y Begic ante el poco rigor defensivo y el sangrante desacierto de los exteriores.
De otra galaxia y en estado de gracia. Resucitó al Baskonia con su vendaval triplista y se revalorizó un poco más ante los ojos de los adinerados turcos. Se le resistió la gloria en el último tiro.