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El recurso de la zona. Sorprendió el técnico italiano con su decidida apuesta por una zona 2-3 durante muchos minutos. Al principio, sorprendió a los levantinos, erráticos en el tiro exterior. Sin embargo, con el paso de los minutos Harangody y Dubljevic hicieron trizas el planteamiento azulgrana. El Baskonia volvió a ser un conjunto ultradependiente del juego de perímetro y sin boyas interiores.
La esperanza por contemplar a un Baskonia homogéneo, rocoso y de nuevo ganador vuelve a transformarse en inquietud. Tras una benigna fase de calendario que había deparada triunfos balsámicos ante rivales modestos, regresó el conjunto desconcertante, blando y desangelado de los comienzos de temporada en una de esas citas que miden la temperatura de cualquier equipo. La velada en la bulliciosa Fonteta, sauna de un Valencia Basket mucho más terrenal que la temporada pasada, devolvió a los alaveses a la tierra. Se fue al limbo una oportunidad de oro para dejar herido de muerte al anfitrión levantino y evidenció una impotencia atroz un visitante ultradependiente del acierto exterior, carente de rigor defensivo y huérfano del necesario equilibrio para dejar encarrilado el billete hacia la siguiente fase.
Las constantes vitales permanecieron vivas hasta el minuto 15. A partir de entonces, la dureza taronja contrastó con la ternura azulgrana. Un partido que arrancó de forma inmejorable desembocó en un mal trago a medida que el Laboral Kutxa perdía puntería y se desangraba por su exasperante vulnerabilidad atrás. Sin la madurez que requería la victoria frente a un rival de estas características, la formación vitoriana terminó derretida por la salvaje intensidad local. Endurecieron el juego los discípulos adiestradas por Perasovic hasta cercenar todas las vías de anotación, mayoritariamente exteriores, y no permitir ninguna rendija para las canastas fáciles.
De nada sirvió el empuje inicial gracias al hechizo de los triples, la buena dirección de Heurtel y la motivación de Shengelia en su vuelta a la capital del Turia. Para colmo de males, la estelar pareja compuesta por Harangody y Dubljevic se confabuló para propiciar el monólogo levantino. Si el estadounidense abrió el campo para destapar su venenosa muñeca, el balcánico justificó que es un jugador franquicia para liderar cualquier proyecto a este lado del Atlántico. Recuperado de su lesión en el hombro que le ha mantenido fuera de circulación durante los últimos meses, desquició a Iverson y Hamilton en una desigual pelea interior.
Porque una jornada más no produjo nada bajo los aros un Baskonia que volvió a fiar con poca fortuna toda su suerte a la suerte de los misiles lejanos. Una especie de ruleta rusa que sirve para ganar batallas puntuales pero nunca guerras a largo plazo ante bloques de hormigón. Las consecuencias se dejaron sentir. Nueva derrota a domicilio, preocupante basket average concedido a los valencianos y, por tanto, la imperiosa necesidad de continuar remando en una primera fase donde, con excepción del Olympiacos, la pelea promete ser cruenta hasta los últimos capítulos.
Lejos de aprovechar una ocasión de oro para hurgar en las heridas taronjas y dar un zarpazo casi definitivo hacia el Top 16, el Laboral Kutxa regresó a las andadas. Su rival, acuciado por la necesidad, con serias dudas y con la confianza justita antes del salto inicial, se quedó sin dos peones dentro de la rotación como el lesionado Lishchuk y Buycks, una apuesta fallida para esta campaña que contra todo pronóstico vio rescindido su contrato instantes antes del inicio. Sin embargo, ello no redundó a la postre en nada positivo.
La puesta en escena azulgrana, eso sí, alimentó el optimismo y acrecentó los nervios en la Fonteta. Fue el comienzo soñado ante un anfitrión errático y negado que justificó las razones de su dubitativo momento. Apoyado en una zona 2-3 y con un primoroso acierto exterior, el Laboral Kutxa presentó sus credenciales para la victoria con unos notables minutos (11-22). La inercia positiva comenzó a variar en la recta final del segundo cuarto. Embarró el pulso el cuadro levantino, pegajoso en las líneas de pase y convencido de que el paso de los minutos disminuiría el acierto de Bertans, Vujacic, Heurtel y compañía.
La progresiva acumulación de faltas de Iverson, la escasa pujanza de Perkins al frente del timón y los problemas físicos de un disminuido San Emeterio, renqueante de su hombro izquierdo, constituyeron otras losas insuperables. A corto plazo, no queda otra que seguir salvaguardando la integridad del Buesa Arena ante el Estrella Roja para evitar disgustos desagradables.
Desequilibrio. Para ganar en la Fonteta, hace falta mucho más que esgrimir la amenaza del triple. Tras un inicio esperanzador, el Baskonia se diluyó por completo ante la falta de rigor defensivo y su escaso equilibrio en ataque. Sin pívots de calidad, los milagros no son posibles.
Una pareja letal. El Valencia endureció el juego hasta límites insospechados a partir del segundo cuarto y se apoyó en la pareja Dubljevic-Harangody para recuperar sus esperanzas continentales. El balcánico y el estadounidense carecieron de antídotos por parte de la frágil defensa azulgrana.
Se mostró dinámico y certero en ataque en su vuelta a Valencia, pero también fue un coladero atrás al consentir toda clase de licencias a Harangody. El único faro ofensivo de la velada.