Trabajo profesional. Muchos hablarán de la endeblez del rival que compareció en el Buesa, pero el Baskonia firmó una labor seria y disputó unos notables minutos hasta la relajación final.
Defensa, ritmo y triples. Tras un complejo inicio de temporada, el Laboral Kutxa ya deja entrever los rasgos de su personalidad. Una fuerte defensa, un ritmo elevado de juego y la voracidad triplista se perfilan como las armas del equipo vitoriano.
Vujacic, una bendición. El esloveno ya causó una grata impresión ante el Galatasaray y ayer confirmó que su aterrizaje coloca al Baskonia en otra dimensión. Su pegada y efecto intimidatorio han salido a flote en apenas dos encuentros.
VITORIA - De la taquicardia ante el Galatasaray en un partido a pecho descubierto y para el recuerdo al monólogo incontestable ante una Bruixa d’Or convertida en el saco de todos los golpes. Apenas 48 horas de exprimirse al máximo para conservar intactas las esperanzas continentales, el Baskonia circuló a través de una autopista a la hora de satisfacer sus deberes domésticos. Son las realidades distintas de la ACB y la Euroliga, donde el listón de la exigencia carece de punto de comparación. La carrera por el cotizado billete copero vive ya etapas cruciales y el conjunto vitoriano, aprovechando un tramo bondadoso del calendario, empieza a reconducir su maltrecho rumbo liguero. Atrás quedan tres derrotas iniciales que instalaron la zozobra y precipitaron la cirugía en una plantilla que todavía sigue, eso sí, lejos de su hábital natural.
Muchos aludirán con razón a la endeblez del rival que compareció en Zurbano, pero ello no fue óbice para ponderar la seriedad y la profesionalidad exhibidas por el inquilino del Buesa Arena. No importó que San Emeterio -reservado por sus molestias en un hombro- fuera un espectador de lujo, porque terminó sobrado un grupo que continúa dando pasos pequeños hacia la rehabilitación. Habrá que aguardar a la inminente doble salida a la Fontenta y al Gran Canaria Arena, pero los síntomas que ofrece un paciente que hasta hace bien permanecía en la Unidad de Cuidados Intensivos son diametralmente opuestos. Se atisba un colectivo más rodado, intenso y dinámico al que el aterrizaje de Sasha Vujacic coloca en otra dimensión para aspirar a cotas más elevadas.
El exterior esloveno ya causó una grata impresión ante los otomanos y, ante un adversario mucho más terrenal, corroboró hace unas horas que tiene el aro entre ceja y ceja. Su efecto intimidatorio contrasta con la nula pujanza que acreditaba un bloqueado Orlando Johnson. Junto a Bertans, el bicampeón de la NBA conformará una pareja demoledora que puede causar estragos anta defensas de plastilina como la puesta en liza por el tierno Manresa de Pedro Martínez. En un equipo volcado hacia el perímetro, los pívots amenazan con ver volar el balón de un lado hacia otro y tienen visos de disponer de un protagonismo casi residual. Pero el boceto de conjunto diseñado en verano y la propia filosofía de Marco Crespi no dejan margen para experimentos.
El Baskonia aprovechó la visita de un modesto para darse un homenaje y disfrutar de la tarde más plácida de la temporada. El calendario concedió una tregua con la visita de la Bruixa d’or y la tropa alavesa no desaprovechó una inmejorable ocasión para elevar su confianza. La tarde quedó reservada para el fuego a discreción de los dos excelsos tiradores azulgranas (Bertans y Vujacic), la cómoda batuta de Heurtel, el trabajo a destajo de Iverson bajo los tableros o la chispa de Shengelia. Incluso Tillie y Hamilton dejaron destellos ante la nimia oposición de un oponente entregado y sin fe. Bajo estos parámetros, emergió uno de esos triunfos cantados y con los que el personal siempre cuenta de antemano.
sin despeinarse Se presentó en Zurbano un forastero manso, tibio y apocado que apenas resistió durante ocho minutos. Fue el tiempo que precisó el Laboral Kutxa para destapar las siderales diferencias entre los dos protagonistas y poner tierra de por medio. Si las contadas victorias en la presente temporada habían estado presidida por las apreturas y los agobios, esta vez no hubo margen para los titubeos ni las medias tintas. Con el colmillo afilado para aprovechar la ternura manresana, el cuadro azulgrana recuperó la vieja sensación de triturar rivales. Su puesta en escena fue baja en cuanto a revoluciones, perro a medida que discurrieron los minutos entró en combustión y elevó los decibelios defensivos para ensanchar el marcador a una velocidad endiablada.
Mientras el Baskonia no levantó el pie del acelerador e impuso un ritmo eléctrico, decepcionó por completo la Bruixa d’Or, cuya guerra para la salvación se encuentra lógicamente en otros recintos. No hubo rastro del carácter belicoso que dota Pedro Martínez a sus equipos. Fue una lucha desigual entre dos equipos distanciados por un abismo de calidad, músculo, físico y centímetros. El Manresa, que vivió su momento más duro al inicio del último cuarto (81-43), tan solo se libró de una escabechina mayor por el desmedido tiroteo exterior en que se sumergieron los locales en los minutos de la basura.
Un auténtico aniquilador de rivales con esa asombrosa capacidad para armar el brazo y anotar desde los 6,75 metros. Regaló algún pase de fantasía y acabó con dobles figuras.