vitoria - La victoria en el reciente derbi ante el Bilbao Basket en el Buesa Arena no habría sido posible sin su destajista esfuerzo, que le llevó a conseguir uno de sus topes de valoración con 32. San Emeterio rellenó todos los huecos de la estadística con una de esas pletóricas actuaciones que no se vislumbraba desde hacía tiempo. Sus 15 puntos se vieron complementados con 7 rebotes, 4 asistencias, 2 recuperaciones y, sobre todo, 10 faltas recibidas. Un martillo pilón cuya regularidad y constancia resultaron determinantes para la liberación azulgrana en la ACB con la balsámica primera victoria dentro del torneo doméstico.

Con sangre en los ojos y asumiendo los galones que le conceden el brazalete de la capitanía, una actitud que se echaba mucho de menos en Vitoria, el capitán del Baskonia mantuvo una jornada más el álgido nivel acreditado en estos comienzos de temporada. Varias razones están influyendo de manera decisiva para que el exterior cántabro, siempre en el punto de mira de sus detractores y de los propios rectores del club por los muchos ceros de su oneroso contrato, recobre gran parte de su esplendor tras un excesivo tiempo sumergido entre tinieblas.

El verano exento de compromisos internacionales del que dispuso tras su exclusión de la lista de Juan Antonio Orenga para el pasado Mundial -el barcelonista Álex Abrines le ganó la batalla sobre la bocina- y la perentoria necesidad de revalorizarse en su último año de contrato constituyen dos ingredientes cruciales a la hora de volver a rememorar aquella versión del alero todoterreno que ayudó en 2010 a sentar las bases de la tercera ACB del Laboral Kutxa. Ningún aficionado olvidará jamás el escorzo ante Terence Morris para firmar el dos más uno más importante de la entidad alavesa.

San Emeterio está fresco de piernas, se le anota más ágil y rápido en la ejecución de todos los movimientos ofensivos y, por encima de todo, da la sensación de disfrutar nuevamente del baloncesto en Vitoria tras unas últimas campañas ciertamente decepcionantes. La tormentosa relación rendimiento-precio siempre le ha mantenido bajo sospecha y las altas esferas azulgranas no han dudado cada verano en colocarle en el mercado con el fin de liberarse de sus honorarios.

Es la eterna cantinela que se ha ido repitiendo sin éxito en los sucesivos mercados estivales. Sin embargo, las cifras prohibitivas de su vínculo con el Baskonia han echado para atrás a las posibles novias del jugador santanderino, cuya relación con Josean Querejeta también ha sido por momentos tirante a cuenta de su rechazo frontal a la reducción de los emolumentos planteada por el máximo dirigente.

La jerarquía de San Emeterio en los esquemas de Marco Crespi es incuestionable. Acostumbra a no salir en el quinteto titular, pero su cuota de minutos es la más elevada de todos los exteriores en competencia con Davis Bertans, con el que suele coincidir durante varios tramos de los partidos. El cántabro no sólo monopoliza la posición de tres, sino también se muestra como una pieza versátil capaz de ejercer como dos con un rendimiento igual de óptimo. Los elogios del preparador italiano, que siempre pondera en público su ascendencia y liderazgo dentro del vestuario, han sido una constante hasta la fecha.

A su célebre capacidad de brega, algo que nunca le ha abandonado ni en los momentos más críticos, está añadiendo destellos de calidad para ser un elemento diferencial en ataque. Explotando sus entradas y con un pujante acierto desde la línea de 6,75 metros, San Emeterio se mantiene como el tercer jugador más valorado de la ACB con 20,5 puntos de media. Únicamente le superan en este apartado estadístico Blagota Sekulic y Luke Sikma, dos interiores del Tenerife.