vitoria - La sonrojante desidia defensiva paseada durante la primera parte en Andorra ha colmado pronto la paciencia de Marco Crespi, que definitivamente está demostrando ser un técnico con un temperamental carácter y que no se muerde la lengua a la hora de reprender en público a sus pupilos cuando éstos no siguen al pie de la letra sus postulados. Sin que se le hubiese pasado el calentón de la derrota, el varesino recalcó el sábado que el papel desplegado hasta el intermedio por el Baskonia en el Poliesportiu le había producido “vergüenza”. Ayer, pasados varios días de la tercera derrota liguera, coincidiendo con la previa del encuentro ante el Olympiacos y completamente en frío, todavía no podía disimular su enojo por las gotas de indolencia acreditadas por algunos jugadores en la pista de un recién ascendido a la ACB.
Más que la poca química o la anarquía en ataque, a Crespi le dolieron sobremanera los 51 puntos encajados a lo largo de veinte minutos presididos por una sangrante falta de concentración. La dureza de su discurso se mantuvo intacta e incluso amenazó con tomar represalías si el plantel reincide en próximos compromisos en los mismos errores. Los damnificados en Andorra fueron Heurtel y, en menor medida, White, defenestrados en casi toda la segunda parte hasta que el declive físico de un exhausto Perkins motivó el ingreso del base francés a falta de dos minutos para la conclusión.
“En toda mi carrera, mis equipos siempre han tenido una de las mejores defensas o la mejor de la competición. Más que las reglas técnicas, lo importante es la actitud de los cinco jugadores”, remarcó Crespi para inaugurar un discurso claro y conciso con el fin de poner en alerta al vestuario. La poca clarividencia ofensiva es algo disculpable, no así la nula tensión que consintió toda clase de licencias a jugadores anónimos como los que cuenta el MoraBanc. El Laboral Kutxa se desangró por dentro ante la pujanza del trío Ivanov-Bogris-Trias, mientras que por fuera los estiletes de Joan Peñarroya -léase Schreiner y David Navarro, el ejecutor azulgrana a tres segundos de la conclusión- también vieron el aro como una piscina.
“Si los jugadores no tienen el deseo, posición y energía correcta, todo sale mal. Hubo dos partidos defensivos: uno muy mal y otro mejor que la media. Para defender no se habla de adaptación, se habla de ser serio o no serlo. Como entrenador, tengo la responsabilidad de que quien salga, lo haga motivado. Quiero proteger el club y mi trabajo; quien no sea serio en la cancha para practicar una defensa fuerte, no podrá seguir”, insistió Crespi.
De momento, la preocupación del técnico azulgrana está más que justificada. Transcurridas las tres primeras jornadas ligueras, los guarismos defensivos del Baskonia son paupérrimos. Es el tercer conjunto que más encaja con una media de 87,33 puntos. Sólo aventaja en esta clasificación a otros dos conjuntos anclados en el pozo como el Baloncesto Sevilla y el Gipuzkoa Basket, que han recibido uno y cuatro tantos más, respectivamente. Cualquier atisbo de crecimiento debe pasar ineludiblemente por una sustancial mejoría en este apartado y también en la faceta reboteadora. Y es que los alaveses también poseen el dudoso honor de ser los peores en rebotes capturados. Tras este hecho, podría esconderse un déficit de altura y talla física pero, al mismo tiempo, una peligrosa falta de hambre, ambición y compromiso del colectivo.
“La segunda parte de Andorra tiene claramente una línea que hay que seguir”, precisó Crespi, quien no quiere refugiarse en el hecho de que “el equipo sólo haya tenido once entrenos juntos” desde el inicio de la pretemporada. De este discurso se deduce que el italiano no se casará con nadie a partir de ahora. “En mi cabeza tengo una idea de cómo puede ser la rotación de jugadores”, afirmó en un tono enigmático. Las dudas podrán disiparse desde mañana mismo en La Paz y la Amistad, la temible guarida del Olympiacos.