Andorra, donde jugará mañana el Laboral Kutxa, vuelve a vibrar con el baloncesto. 18 años después de que el pequeño país de los Pirineos perdiera a aquel Festina que se batió durante cuatro temporadas con los clubes históricos de la Liga ACB, los aficionados del Principado abarrotan de nuevo el pequeño Pavelló del Govern d’Andorra, al que se le han añadido gradas para alcanzar los 5.000 espectadores que exige como mínimo la reglamentación y que se va a convertir en una olla a presión de la que el primer equipo que asciende a la ACB en tres campañas quiere sacar las victorias necesarias para mantenerse.

Bajo el manto de las montañas, van a revivir aquellos años en los que por Andorra pasaron extraordinarios jugadores. Con el apoyo de un potente patrocinador, el equipo ascendió en 1992 y pudo armar plantillas de alto nivel. Medallistas olímpicos como José Luis Llorente y Josep María, Matraco, Margall; internacionales como Quique Villalobos y Paco Zapata, y excelentes extranjeros como Ricky Brown, José, Piculín, Ortíz, Dan Godfread, Dyron Nix, Chris McNealy, Jerrod Mustaf, Andy Toolson o Conner Henry, entre otros, pasaron por Andorra en esa época de vacas gordas en la que el club llegó a disputar las eliminatorias por el título en 1995 y se clasificó para la Copa Korac del siguiente curso. Pero esa misma temporada, la 1995-96, llegó la brusca caída. El Festina Andorra no pudo con todo, cayó al play-off de descenso y el Huesca dictó su sentencia de muerte.

El Festina Andorra disputó la siguiente temporada en la LEB, que nació justo ese año, con una plantilla de grandes nombres entre los que estaban Paco Zapata, Quique Villalobos, Óscar Cervantes, Ricardo Aldrey y dos jugadores íntimamente relacionados con la mejor época del desaparecido Caja Bilbao: Román Carbajo y Darrell Lockhart. El conjunto pirenaico, con Josep Maria Margall y Ray Smith de estrellas, ascendió entonces y para cuando el Andorra bajó de nuevo, los vizcaínos ya habían desaparecido.

El Bilbao Patronato fue el último equipo de la capital vizcaina en visitar el Pavelló del Govern. Fue el 29 de noviembre de 1996 y los del Principado ganaron por 79-56. Aquel Andorra acabó cuarto, pero Festina retiró el patrocinio, la situación económica se hizo insostenible y el club se vio abocado a la desaparición y a tener que reanudar su trayectoria en las competiciones inferiores de Catalunya. Una travesía por el desierto que ha durado mucho más de lo que jamás hubiesen pensado sus sufridores aficionados. De la mano de dos exjugadores con larga trayectoria como Francesc Solana, director deportivo, y Joan Peñarroya, entrenador, y con cortos pero firmes pasos, el Basquet Club Andorra regresó al más alto nivel tras quedar campeón de la fase regular de la Adecco Oro. Ni siquiera le hizo falta disputar el play-off de ascenso. Luego llegaría lo más difícil: reunir cinco millones de euros para concretar su gran objetivo en los despachos.

La inestimable ayuda de Morabanc sirvió para cumplir con los leoninos requisitos de acceso a la ACB y para armar una plantilla interesante en la que se han mantenido la mayoría de las piezas claves de la temporada pasada, gente con mucha experiencia como Jordi Trías, David Navarro y Marc Blanch. Además, el club ha podido fichar a Víctor Sada, que quiere recuperar el protagonismo perdido en el Barcelona, y a otro clásico como Kaloyan Ivanov, un jugador que siempre ha dado un buen rendimiento en la Liga ACB. Sin embargo, la gran sensación en estos albores de curso está siendo Betingo Gomes, un alero de 2,01 metros nacido en Isla de Fuego (Cabo Verde) que promedia en estas dos jornadas 15,5 puntos y 5,5 rebotes. Sin llegar a los irrepetibles excesos de antaño, Andorra ha vuelto con ganas de dar guerra. l