Vitoria - Su pista se perdió allá por enero de 2009 cuando su contrato fue rescindido prematuramente por el Baskonia. Fueron poco más de cuatro meses de militancia en el Buesa Arena, donde le pudo la responsabilidad a la hora de ejercer como escudero de Pablo Prigioni. A sus 30 años, Mustafa Shakur regresa mañana a la capital alavesa convertido en el único extranjero del Neptunas Klaipeda lituano, la perita en dulce del grupo D de la Euroliga que, con excepción del base estadounidense, únicamente alberga a jugadores lituanos en sus filas.

Al poco de conquistar su segunda Liga ACB de la historia, el Baskonia no dudó en abrir la puerta de salida a Zoran Planinic al recibir una suculenta oferta del CSKA. La marcha del croata, tan elegante y talentoso como intermitente y frío, dejó bastante maltrecha una dirección en la que el mariscal Pablo Prigioni ya tenía asignado su sustituto desde hacía meses. Se trataba de Goran Dragic, un descarado esloveno al que el club vitoriano había moldeado en el Murcia y el Olimpia de su país natal mediante sendas fructíferas cesiones.

Sin embargo, todos los planes de Josean Querejeta saltaron por los aires cuando uno de los europeos más cotizados de la NBA aceptó el desafío de cruzar el charco sin llegar a vestir la elástica azulgrana. La tardía propuesta de los Suns resultó un jarro de agua fría y el Baskonia se vio obligado a zambullirse en el mercado en un momento crítico cuando apenas restaban gangas. El elegido contra todo pronóstico fue Shakur, un base que por entonces disponía de 24 años y con un exiguo currículo profesional. Apenas una temporada en el Prokom polaco, con el que se proclamó campeón de su torneo doméstico sin ser una de sus piezas claves, constituía su gélida tarjeta de presentación.

Los peores presagios se hicieron realidad cuando se puso en la rígidas manos de Dusko Ivanovic, cuya relación con los jugadores norteamericanos siempre fue bastante tormentosa y a los que apenas extrajo algo de jugo durante su largo mandato en Vitoria. El Baskonia despidió oficialmente a Shakur un 22 de enero tras un triste bagaje de 24 partidos -14 de ACB y 10 de Euroliga- en los que naufragó por completo. En su lugar, llegaría un director mucho más curtido y del gusto del preparador montenegrino como Vlado Ilievski.

El trotamundos estadounidense, al que los entendidos auguraban una carrera plagada de éxitos tras deslumbrar en la High School, no levanta cabeza desde aquel fugaz paso por Vitoria. De hecho, no ha encontrado la estabilidad en ningún lugar tras militar en diferentes conjuntos de la Liga de Desarrollo de su país, Francia (Pau Orthez) o Italia (Junior Pallacanestro Casale). Cabe recordar que en su año junior presentó su candidatura al draft. La retiró antes del sorteo ante la nula curiosidad que despertó entre las franquicias de la NBA, donde en marzo de este año firmó un contrato de 10 días con Oklahoma y en su día -temporada 2010-11- también participó en 22 duelos con Washington Wizards.

Enrolado en la actualidad en el Neptunas Klaipeda, subcampeón lituano y novato en la Euroliga, Shakur pone ahora el solitario tono de color en un equipo plagado de anónimos baloncestistas lituanos. Cinco años después de abandonar por la puerta de atrás el Buesa Arena, el timonel nacido en Pennsylvania tratará de demostrar que los informes elaborados por Alfredo Salazar no iban tan mal encaminados.