Vitoria - Nada más llegar fue objeto de todo tipo de bromas soeces por su apellido en incluso esa apariencia física que no concuerda con la de un baloncestista. Posiblemente, se le juzgó antes de tiempo y no se le brindó ese tiempo prudencial ni el margen de confianza que todo recién llegado necesita para acoplarse a un nuevo lugar y aportar una mínima estabilidad a una demarcación tan crítica como la dirección. Cuatro meses después de su aterrizaje en vísperas del arranque del Top 16 de la Euroliga, el Baskonia ya ha comenzado a rentabilizar la sorprendente apuesta por Giuseppe Poeta como escudero de Heurtel al frente del timón.
Tras su controvertido uso de Walter Hodge, Scariolo buscaba otro base de un perfil antagónico que básicamente mordiese en defensa, incomodara la subida de balón al base rival, contagiara su entusiasmo atrás a los compañeros e impusiera un ritmo más pausado en ataque. Esas virtudes trató de hallarlas en un compatriota suyo que, si bien ya había alcanzado la internacionalidad con la selección azzurra antes de recalar en el Buesa Arena, despertaba dudas. De hecho, no había podido hacerse hueco en ningún grande de la Lega y se encontraba en el paro desde que en noviembre de 2013 rescindiese su contrato con el Virtus Bolonia.
Muchos no dieron crédito en su día a un movimiento sospechoso si se ponía en la misma balanza la calidad del eléctrico portorriqueño y la de un sustituto huérfano de horas de vuelo como timonel de un club puntero del Viejo Continente. Sin hacer excesivo ruido, Poeta se ha asentado como un recambio de utilidad y, sobre todo, el contrapunto necesario al baloncesto de elevadas revoluciones de Heurtel. No es un base top que cautive por su explosividad física ni su virtuosismo técnico, también carece de una capacidad de desequilibrio en el uno contra uno, su mecánica de tiro no es modélica ni un ejemplo a seguir para las futuras generaciones y, en ocasiones, sufre de lo lindo para trasladar el balón al campo contrario.
Sin embargo, compensa todo ello con buenas dosis de oficio, una aceptable lectura del juego posicional y un contagioso ardor defensivo en la primera línea de presión. Su facilidad para desplegar ese trabajo oscuro ha constituido un aval a la hora de ganarse la confianza del técnico y sus compañeros. El público del Buesa Arena ha entendido que, dentro de sus limitaciones, Poeta es uno de esos soldados comprometidos que va a dejarse la piel sobre la pista por los colores azulgranas. Algo que ha brillado por su ausencia en unos últimos tiempos repletos de jugadores apáticos y con nula predisposición hacia el combate.
Si a ese espíritu destajista añade gotas de acierto, su cotización sube muchos enteros. Así quedó de manifiesto en aquella matinal de Illumbe, donde firmó un recital ofensivo ante el Gipuzkoa Basket que sirvió para dejar el billete copero al alcance de la mano, o recientemente ante la Bruixa d'Or, al que endosó 21 puntos con una excelente carta de tiro.
"Estoy muy contento por poder ayudar al equipo con alguna canasta, pero éste no es mi rol. En el Baskonia hay jugadores de mucho talento y que pueden anotar. Me toca salir del banquillo con energía, defensa, experiencia y poner un poquito de orden. Puedo anotar porque en Italia también lo hacía, pero mi primera intención es atacar al alero, crear tiros para los compañeros y provocar faltas. Prefiero la asistencia porque entonces dos personas están contentas cuando lo hago", reconoció ayer Poeta con un aceptable castellano. El italiano no dudó en alabar a Heurtel, a su juicio "uno de los mejores bases de Europa en el futuro".