Vitoria - Se acabaron las bromas en la ACB. Nadie hubiese sospechado, allá por el mes de octubre de 2013 cuando se desataron las hostilidades, que el Baskonia sufriría estos impensables agobios clasificatorios a falta de unas pocas jornadas para el cierre de la fase regular. Aunque parezca mentira a la vista de su presupuesto y la plantilla de un equipo que, si bien ha perdido parte del gen competitivo acreditado en el pasado, debería pelear de forma denodada por la cuarta posición de la tabla, el conjunto vitoriano ha encadenado victorias al ritmo de una tortuga. Y ello le mantiene en una posición realmente inquietante.
Todos dan por sentado que la clasificación para el play off por el título no corre peligro y, en realidad, debería ser así por muchos motivos. Salvo las peligrosas visitas a Zaragoza y Barcelona, el calendario es francamente favorable para los intereses azulgranas. La visita del antiguo Manresa -bautizado hoy en día como La Bruixa d'Or- aparece marcada como un uno fijo en la quiniela. Tras las dos últimas derrotas en Málaga y Murcia, que han privado a los discípulos de Scariolo de asaltar lugares más ambiciosos, la lista de regalos está cubierta con creces.
Igualado a victorias con el Cajasol y el Joventut -ambos juegan en casa esta jornada ante el Tenerife y el CAI, respectivamente-, el Laboral Kutxa se halla ante la imperiosa necesidad de recuperar la inercia ganadora a nivel doméstico. Ayudará sobremanera que el visitante sea, con permiso del Valladolid, el grupo más endeble de la competición. Pintan bastos en la comarca del Bagés, donde un histórico de la ACB que se permitió incluso el lujo en su día de arrebatar un título a los alaveses parece condenado irremediablemente a la hoguera del descenso.
El último conejo de la chistera que se ha sacado de la manga su presidente para contener la caída libre del plantel ha sido la destitución de Borja Comenge. En su lugar, Josep Vives ha apostado por el revulsivo de Pere Romero. Lo cierto es que el cuadro catalán se ha desinflado tras un buen inicio de campaña. Poblado por un puñado de jóvenes que no han crecido como se esperaba (Creus, Larsen, Eriksson...) y lastrado por el decepcionante rendimiento de Asselin, su mayor peligro viene derivado de la consistencia del fornido Monroe en la pintura. En definitiva, un rival perfecto para darse un festín en un Buesa Arena que a buen seguro presentará una gélida entrada dado el descafeinado cartel del duelo.