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Un faro salvador. Iba camino el Baskonia de ser despezado por la apisonadora culé hasta que Nocioni acudió al rescate del equipo. Cuando la temporada va agonizando, el técnico italiano va definiendo los roles. Van Oostrum, Diop y Jelinek -éste se lo está ganando a pulso con su desidia defensiva- son cada vez más residuales en un equipo cuyo veneno debe reducirse a un reducido grupo de piezas.

barcelona - El baloncesto se convierte de vez en cuando en un jeroglífico indescifrable cuando un gladiador entra en vena y desata un vendaval de consecuencias devastadoras. Fue lo que sucedió ayer en el Palau Blaugrana con Nocioni, un volcán en erupción que atravesaba una pájara en los últimos partidos y quiso redimirse de sus pecados recientes con una de las actuaciones individuales más conmovedoras que se recuerda en años. El Chapu, por momentos desquiciado y peleado por el mundo, estaba protagonizando otro de esos partidos oscuros en los que le pierde su exceso de verborrea y hace un flaco favor a la estabilidad colectiva. Incluso se ganó la enésima técnica en el segundo cuarto de una velada en la que el Baskonia iba a camino de ser despedazado por un Barcelona sobrado de fondo de armario.

El santafesino, contagiado de la mediocridad de un equipo que no le ha acompañado en ningún momento de la temporada, se retiró al intermedio con una valoración negativa (-4). Daba la sensación de estar fuera de onda y de que ahondaba en su melancolía de las semanas precedentes. Craso error. Con un marcador preocupante en contra y la sensación de que el Baskonia regresaría a casa con otra dolorosa derrota en su equipaje para despedir la Euroliga, alzó la voz un tipo que merece un monumento por su tesón, garra y casta. Robocop Nocioni reventó el encuentro con un apoteósico carrusel de canastas, sumió en un estado de histeria colectiva el recinto culé y desquició por completo al Barcelona, cuya forma de digerir la exhibición del internacional albiceleste resultó a todas luces impresentable.

Los árbitros toleraron lo intolerable mientras el escaso público del Palau montaba en cólera y se besaba los cabellos ante la exhibición de Nocioni. Decretaron dos técnicas a Papanikolau y Navarro, pero de haber exhibido otra personalidad más de un jugador blaugrana debería haber acabado en los vestuarios por las sistemáticas faltas de respeto y las continuas protestas en las que incurrieron. Un espectáculo barriobajero que no deslució el asombroso papel del argentino, que resquebrajó el planteamiento de Xavi Pascual con un variado repertorio de canastas. No sólo lució su primorosa muñeca desde el perímetro, sino que obsequió al personal con reversos, contragolpes, entradas fuera-dentro... Simplemente colosal. Un día después de que la pizarra mágica de Cholo Simeone dejara helado al barcelonismo, otro compatriota del fabuloso entrenador del Atlético incendió el Palau en un partido caliente que tuvo de todo y dejó más de una cuenta pendiente para el futuro entre los protagonistas.

el diluvio de navarro Antes de que apareciera su líder espiritual para propiciar la resurrección, el Baskonia condensó en la primera mitad todas las deficiencias que han hecho de él un colectivo frágil y vulnerable en este Top 16. Si se trataba de ofrecer una imagen aseada y recuperar algo un mínimo de credibilidad tras las últimas afrentas ligueras, el conjunto vitoriano naufragó durante los veinte minutos iniciales. Si su actividad defensiva brilla por su ausencia en los partidos con numerosos alicientes en juego, la pasividad y tibieza quedaron todavía más al desnudo en su última aparición continental de la presente temporada.

Navarro, necesitado de confianza tras unas últimas actuaciones que le habían colocado en el ojo del huracán, no dejó pasar una oportunidad propicia para hurgar en la herida. Con 19 puntos en los once minutos iniciales, desarmó el endeble entramada azulgrana. Causeur, que acumuló tres faltas en un santiamén, fue el primero en sufrir la voracidad del francotirador culé. Nada comparable con la tortura que vivió Jelinek, un exterior de mantequilla que solivianta al personal por su incapacidad para superar cualquier bloqueo de un pívot.

Tras dos derrotas consecutivas, el Barcelona no realizó concesiones y amenazó con descargar toda su ira sobre un visitante pusilánime que fue tiroteado desde más allá de 6,75 metros. Incapaz de colocar el aliento en la nunca a los excelsos tiradores blaugranas, el Laboral Kutxa se desangró hasta los compases iniciales del tercer cuarto. Con 20 puntos abajo, todo hacía indicar que el fantasma de una nueva paliza se cernía sobre el maratoniano vitoriano. La defensa cerró en ese momento todas las vías de anotación a su rutilante oponente y Nocioni, testarudo y arrebatador, se empenó entonces en regalar una dulce despedida de la Euroliga.

Nocioni, mágico. El 'Chapu' se retiró al descanso con una valoración de -4, pero tras el intermedio destapó el tarro de las esencias con una actuación antológica que quedará para el recuerdo. Sus 37 puntos catapultaron al Baskonia hacia una reacción inesperada.

Mejoría atrás. El conjunto vitoriano sufrió la ira de un letal Navarro en el cuarto inicial, pero con el paso de los minutos se fue entonando. Especialmente a partir del tercero, cerró todas las vías de anotación a la apisonadora culé y

ello le dio opción a firmar un puñado de canastas fáciles a la contra.

Para los anales de la Euroliga quedará su memorable segunda parte del Palau. Desquició al Barcelona, sumió al pabellón en un estado de histeria y firmó una actuación antológica.