vitoria. Si atendemos a las numerosas novelas y películas que cuentan con un personaje de este tipo en sus tramas -a los de la vida real resulta bastante más complicado acceder-, queda claro que cualquier francotirador que se precie debe ser una persona más que templada, con nervios de acero. De esos a los que las pulsaciones no les suben bajo ninguna circunstancia, por extrema que sea, más allá de los cuarenta latidos por minuto y que son capaces de mostrar una paciencia infinita a la espera de dar con la oportunidad perfecta para desarrollar su trabajo. Sin embargo, no todos los profesionales de este oficio muestran este perfil. De hecho, el Buesa Arena recibirá mañana a uno con unas características totalmente opuestas. Porque si algo destaca de Kostas Vasileiadis es precisamente su sangre caliente. Ahora bien, su efectividad está, como mínimo, al mismo nivel que el del mejor pistolero de ficción.
El escolta griego del Anadolu Efes es un auténtico especialista en gestionar los momentos decisivos de los encuentros y disfruta como un niño en una tienda de chucherías cuando tiene en sus manos balones que la mayoría de los jugadores no quiere ni tocar por la carga de responsabilidad que conllevan. Kostas, en cambio, los persigue como un buscador de oro para demostrar con su prodigiosa muñeca su perfil más inmisericorde.
Capaz de protagonizar rachas increíbles, cada vez que su mirada se convierte en un volcán activo que escupe fuego al máximo de su potencia, Vasileiadis se convierte en un huracán prácticamente imposible de parar para cualquiera. De hecho, el Baskonia ya lo ha sufrido en sus propias carnes con anterioridad y conoce a la perfección de permitir que se encienda el barbudo heleno.
Porque precisamente durante las tres temporadas que militó en el Bilbao Basket fue cuando el internacional griego alcanzó su mejor nivel sobre la pista convirtiéndose en una de las piezas más codiciadas del escaparate baloncestístico europeo. A lo largo de ese periodo, en más de una oportunidad se convirtió en amenaza y verdugo del combinado del Buesa Arena, que ya sabe que mañana tendrá que vigilarle al máximo si desea evitar que añada una nueva muesca a su historial de víctimas.
En cualquier caso, la relación entre Vasileiadis y el Baskonia bien podría calificarse de amor-odio. Porque pese a que durante mucho tiempo protagonizaron enfrentamientos de muchísima intensidad -o quizás precisamente por ello-, los caminos de ambos han estado a punto de cruzarse en varios momentos. El que más cerca estuvo de juntarlos tuvo lugar el pasado verano cuando, tras confirmarse que no iba a prolongar su estancia en Bilbao, Josean Querejeta le puso sobre la mesa una oferta para incorporarse a la disciplina del plantel de Sergio Scariolo. Sin embargo, finalmente, el griego prefirió escuchar los cantos de sirena del pujante baloncesto turco y comprometerse con el Efes.
Tiempo después el jugador explicaba en una entrevista -en la que también denunció públicamente que el Bilbao Basket le debía nada menos que 240.000 euros que estaba dispuesto a reclamar en los tribunales- los motivos por los que declinó el ofrecimiento baskonista. Según sus palabras, su identificación con el club vizcaíno y la "rivalidad" existente entre los de negro y el Laboral Kutxa le impedían quedarse en Vitoria cometiendo una especie de traición. Claro que lo que a buen seguro también tuvo un peso importante en su decisión fue la notable diferencia económica de ambas ofertas, inclinando la balanza claramente hacia Estambul.