El Baskonia rinde visita este viernes el Mediolanum Forum de Milán, un lugar especial para Sergio Scariolo donde no dejó un grato recuerdo tras su oscura etapa al frente del banquillo lombardo durante las dos últimas temporadas. El actual entrenador azulgrana abandonó por la puerta de atrás, en mayo del año pasado, el club más laureado del baloncesto italiano. No consiguió ningún título pese a la fuerte inversión de Giorgio Armani, el propietario del inminente rival del Laboral Kutxa en la tercera jornada del Top 16, y coqueteó seriamente con la destitución debido a los malos resultados de un plantel lastrado por los excesivos egos que jamás encontró la química necesaria para hacer de sus excelsas individualidades un bloque sólido y compacto que diese la cara ante los grandes.

Tras finalizar su periplo ruso al frente del Khimki, Scariolo aterrizó en Milán en el verano de 2011 en sustitución del histórico Dan Peterson con el fin de reflotar a un clásico del baloncesto continental que había estado a punto de desaparecer a mediados de la pasada década víctima de las deudas. La licencia de un equipo carismático que en su día tejió una hegemonía incuestionable gracias a la presencia de auténticas leyendas de la canasta como Sandro Gamba, Roberto Premier, Dino Meneghin, Rolando Blackman, Mike D'Antoni o Bob McAdoo fue ofrecida al mejor postor por su presidente de entonces, Giorgio Corbelli. Hasta que la intervención de las principales instituciones lombardas, el apoyo de los dos clubes de fútbol (Milan e Inter) y, sobre todo, el mecenazgo de un adinerado grupo de empresarios liderados por Giorgio Armani le salvaron de la quiebra y le convierten hoy en día en un destino de lo más apetecible para cualquier jugador europeo dispuesto a tener un suculento contrato.

La dura travesía por el desierto del próximo adversario baskonista ya dura la friolera de cerca de dos décadas. Desde que conquistase el doblete a nivel doméstico en 1996, no ha saboreado ningún título. La hegemonía del Benetton y, sobre todo, del Montepaschi a lo largo de la últimos tiempos llevó al famoso diseñador de ropa italiano a poner en manos de Scariolo sendas plantillas rutilantes para las temporadas 2011-12 y 2012-13. Sin embargo, los buenos resultados brillaron por su ausencia con las consiguientes ácidas críticas hacia su labor por parte de históricos del club.

grandes plantillas En su primer año, el preparador nacido en Brescia consiguió unos resultados aceptables -alcanzó el Top 16 de la Euroliga y perdió la final liguera ante el inabordable Montepaschi por un global de 4-1-, pero la segunda acabó como el rosario de la Aurora tras una prematura eliminación en la primera fase de la Euroliga -una derrota decisiva en el Fernando Buesa Arena ante el Baskonia por culpa de una canasta salvadora de Heurtel fue el detonante del fiasco- y los cuartos de final tanto de la Coppa -humillado en su propia casa por el Varese (74-92)- como de la Lega, nuevamente a manos del Montepaschi tras sucumbir el séptimo y último partido del play off.

Nombres muy codiciados en otros lugares como Drew Nicholas, Ioannis Bourousis, Antonis Fotsis, Danilo Gallinari -éste únicamente por espacio de unos meses debido al lockout de la NBA-, Alessandro Gentile o Keith Langford pasaron por sus manos a lo largo de dos años presididos también por la continua ida y venida de jugadores. Pese a tener un año más de contrato, los dirigentes lombardos optaron por un cambio drástico que fue oficializado el 24 de mayo del año pasado. A partir de ese momento, Scariolo constituyó uno de los grandes objetivos de Josean Querejeta para convertirse en el nuevo inquilino del banquillo azulgrana en sustitución del croata Zan Tabak, cuyo trabajo no había seducido del todo al dirigente lazkaotarra tras el inesperado traspié ante el Gran Canaria.

En el acto de despedida, sus palabras dejaron entrever que su reciente etapa en el cuadro milanés supone una de las espinas clavadas de su carrera como entrenador. "Como siempre hago, soy la cara y asumo la responsabilidad que mi papel conlleva. Lo intenté con todas mis fuerzas pero sin éxito. Tuvimos un gran error en la construcción del equipo, miramos más el talento ofensivo de los jugadores que su compatibilidad y su actitud defensiva. Salgo con un poco de tristeza pero con la convicción fortalecida de que el único camino que conduce al éxito es tener claro que el bien del equipo y de la empresa son infinitamente más importantes que cualquier otra persona", reconoció aquel día un sincero Scariolo, que antes de aceptar la tentadora proposición del Emporio Armani había entrenado fuera de su país natal nada menos que trece años.