Vitoria. El Baskonia firmó ayer, probablemente, el peor partido que se le recuerda en mucho tiempo. Ni los más veteranos del lugar recordaban un equipo tan apático, desgobernado y desconcertado. Y eso, con todo el respeto del mundo, que enfrente tenía al modesto Tenerife. No resultó extraño, en consecuencia, que al pitido final que indicaba el camino al descanso -y también a la conclusión- le siguiera una monumental bronca por parte de la afición azulgrana, una de las más sonoras que se recuerdan también en el pabellón en los últimos tiempos. La siempre paciente y fiel grada baskonista ayer se mostró incapaz de no explotar contra sus jugadores debido a la pésima imagen ofrecida, sobre todo en los primeros veinte minutos. Bien es cierto que en la reanudación los hombres de Scariolo amagaron con reaccionar, sin embargo fue sólo un espejismo. A esas alturas del partido -y siendo lo mejor hasta entonces los diez puntos de diferencia a favor del combinado canario en el descanso- el equipo, incomprensiblemente, ya se había dejado llevar.

Y a esas alturas también, el técnico italiano continuaba sin ofrecer soluciones para tanto despropósito. Ni en defensa ni en ataque. Y eso que durante el primer tiempo rotó con prácticamente todos los jugadores, otorgando además un inusual protagonismo a jóvenes como Diop y Van Oostrum, que trató de compensar el timón blaugrana ante la alarmante apatía que ayer presentaron Hodge y Heurtel, absolutamente superados por el navarro Ritxi Uriz, que recibió los aplausos de la afición.

Falta de actitud En este escenario de apatía y falta de actitud, el Laboral Kutxa, que ayer sospechosamente dio la sensación por momentos de no querer entrar siquiera en el partido, firmó una penosa y justa derrota -la cuarta consecutiva en Liga ACB- que complica, y mucho, su presencia en la próxima edición de la Copa del Rey. A falta de cinco partidos para el final de la liga regular, el conjunto vitoriano se ha quedado ya sin margen de error en la lucha por estar en Málaga. El disparate de ayer puede que al final le salga caro, una premonición que evitará si se impone en cuatro de los cinco encuentros que ahora tiene por delante, una empresa complicada pero no imposible, como recordó Sergio Scariolo a la conclusión del partido. "Esto no acaba aquí. Tenemos aún opciones de entrar y vamos a luchar hasta la última posibilidad. Tengo que reflexionar y hacerlo además rápido".