Definitivamente, el pasaporte del Laboral Kutxa para la Copa del Rey ya pende de un fino hilo. Empeñado en echar más leña al fuego de sus innumerables problemas estructurales, vivir en el alambre en cada partido y tropezar una y otra vez en la misma piedra, la tropa alavesa desperdició otra oportunidad para reconducir su tortuoso rumbo en la ACB. Por mucho que le pusiese corazón, firmase una épica remontada en el tramo final gracias a la providencial aparición de Diop y tuviese en las alocadas manos de Heurtel un triple ganador, el trepidante derbi vasco acabó en las manos del más regular y estable. Otro golpe bajo para las aspiraciones de un equipo cuyas carencias en determinadas posiciones amenazan con traducirse en un batacazo histórico.

El Bilbao Basket, que extrajo petróleo de la pésima marca de Hamilton sobre Gabriel durante toda la matinal, halló dentro del tiempo suplementario en Bertans el antídoto inesperado para frenar la insuficiente resurrección azulgrana. En un partido donde siempre fue a remolque y tuvo que improvisar un quinteto atípico para sostener sus débiles cimientos, el Laboral Kutxa volvió a ver penalizados sus errores de bulto en la hoguera de Miribilla. Lo sonrojante del caso es que Scariolo debió echar mano de un joven de 18 años para edificar una reacción ante el sangrante absentismo laboral de varias vacas sagradas incapaces de suministrar la mínima intensidad y algo de sangre.

Con un inquietante 60-49 en el marcador, el técnico italiano tomó decisiones importantes para obrar la vuelta a la vida de un bloque hasta ese instante impotente, carente de fe y perdido en un laberinto. Diop ocupó con grandeza la plaza reservada para unos desdibujados Hamilton y Pleiss, Heurtel y Hodge simultanearon su presencia en pista para combatir la nula mordiente tanto de Jelinek como de Causeur y Nocioni fue reciclado al puesto de tres para dar la réplica a Mumbrú. Bajo estas premisas, el Baskonia divisó la luz entre un mar de tinieblas.

Revitalizado por la garra del bisoño senegalés, un tipo que no se arredra ante nadie y encrespó los ánimos de Miribilla con un colosal trabajo de intimidación, el conjunto alavés pudo en primera instancia forzar una milagrosa prórroga tras una postrera canasta de Hamilton como consecuencia de un tiro libre errado por Hanga a propósito. Ni siquiera ese subidón le permitió encontrar el camino de la gloria en los cinco minutos de propina. Bertans, un coloso indefendible para Hodge, le ajustició con diez puntos casi consecutivos. Con todo, quedó una bala en la recámara. A Raúl López le tembló el pulso y Heurtel quiso, otra vez de forma errónea, convertirse en el héroe azulgrana. El imprevisible galo avanzó con el balón y buscó un triple frontal en lugar de apurar una jugada más inteligente. Su suspensión fue repelida por el aro y todo el baskonismo acabó resignado ante otro desenlace funesto. Jugar a la lotería y ejercer como funambulista sobre la red implica estos riesgos. La moneda al aire suele salir cruz cuando uno compite con la lengua fuera, evidencia tantos desajustes y se encomienda al elemento más temerario para dar el golpe de gracia.

Fue el justo castigo para un Laboral Kutxa obligado ya a solventar cuatro de sus seis duelos hasta el final de la primera vuelta para no comprometer su presencia en tierras malagueñas. Los excesivos vaivenes en su rendimiento, la alevosa sangría interior originada por el bailarín Gabriel, cuyos primorosos movimientos de pies resquebrajaron la cintura de Hamilton, la sonrojante falta de liderazgo al frente del timón y el nulo punch de la cuerda exterior colocaron una vez más a los alaveses al borde del precipicio.

Con el margen de error reducido a la mínima expresión y anclado en el vagón de los más torpes donde hacía numerosos ejercicios que no viajaba, únicamente queda confiar en que las dos últimas citas del año ante el Iberostar y el Obradoiro varíen una tendencia peligrosa. El temor a un fracaso sin paliativos acecha a un grupo inconexo que ayer añoró la figura de Milko Bjelica. Demasiados bultos sospechosos en el equipaje como para no hacer hueco en estos instantes al montenegrino. Ojalá los generosos reyes de Oriente dejen como regalo su continuidad durante estas Navidades.