habitualmente la victoria o la derrota, en cualquier competición o modalidad deportiva, dependen de algo tan natural y tan fortuito como suele ser una pequeña falta de atención o de concentración. Esa falta de concentración puede venir provocada por el ruido del público, por los oponentes, por los árbitros, por una falta de seguridad en uno mismo, por relajación o por tener dificultad a la hora de atender las explicaciones durante el tiempo muerto. Cualquiera de ellos son factores distractores que consiguen que el jugador no esté concentrado al cien por cien en lo que está haciendo. También está unida la concentración con la cantidad de información que se recibe. Cuanta más información, más posibilidades de distracción. Desconozco si Sergio Scariolo dio muchas explicaciones durante el tiempo muerto para que los jugadores no supieran por dónde podía venir el peligro. Y también es susceptible para perder la concentración el estrés generado a lo largo de los cuarenta minutos. Conviene recordar que durante casi todo el encuentro, el Baskonia fue por detrás en el marcador y tuvo que luchar para no descolgarse. Puede que el verse por delante a falta de 2,6 segundos supusiera una relajación antes de tiempo. Todo lo anteriormente expuesto puede que sea literatura barata que no nos lleve a ninguna parte, pero la realidad nos dice que cuando todo hacía pensar que el Laboral Kutxa se llevaría el duelo contra los valencianos, un bloqueo ciego en una jugada de pizarra por parte del Valencia Basket dejó a todo el Fernando Buesa Arena completamente helado. El equipo de Velimir Perasovic arriesgó con una jugada que normalmente no suele ser tan efectiva, y menos con la trascendencia de la misma. Cualquiera preferiría haber estado en la posición del Baskonia y no en la de los levantinos con la presión de tener que meter una canasta en poco más de 2 segundos. Es un error grave de mentalización, de concentración y de comunicación. Es un error que vale una victoria que la estaba acariciando el Laboral Kutxa con sus manos. Parecía un partido de play off. El equipo taronja demostró ser muy físico, puso en práctica muchas rotaciones y dio la sensación de que era capaz de castigarte en cada error defensivo que hacía el Baskonia. Pusieron de relieve el porqué de su posición en la tabla de la Liga Endesa. El Valencia Basket es de esos equipos que anota más por acciones individuales que por movimientos complejos de conjunto. Es tal el talento que tienen los valencianos que cualquiera es capaz de sacar una canasta. Me parece inverosímil que este grupo esté cosechando los resultados tan negativos que está obteniendo en la Eurocup, con serios problemas incluso para clasificarse para la siguiente ronda. Cuando hablamos del último rival baskonista, estamos hablando de un equipo que se encuentra a la par, tanto en ataque como en defensa, con todo un Real Madrid. Mucho se ha hablado hasta ahora en los medios de comunicación del showtime que practican los madrileños, pero hay que decir que el Valencia hasta hace dos jornadas era el máximo anotador, sin desproteger su aro, siendo la segunda mejor defensa. Con estos datos te das cuenta de a qué tipo de adversario te enfrentas. Además, también destaca en otros apartados tales como asistencias, valoración, el porcentaje de tiros libres, tiros de dos puntos y de tres puntos y las recuperaciones. Por si ello fuera poco, es el segundo equipo que menos pérdidas hace. El Valencia le dio muchos problemas al Baskonia en el ataque contra la zona 2-3 planteada por Scariolo durante varios momentos. Movieron muy bien la pelota y tuvieron un gran acierto exterior. En cambio, evidenció muchas lagunas en el pick and roll, dejando muy al descubierto la pintura para que Tibor Pleiss brillara con luz propia. Los pívots salieron muy arriba y les costó recuperar, sobre todo a un Juanjo Triguero que ya no está para esos trotes, En definitiva, un gran encuentro de baloncesto con un desenlace muy doloroso para los intereses alaveses.
- Multimedia
- Servicios
- Participación