vitoria. El baskonismo respiró ayer aliviado cuando, al filo de las 19.00 horas de la tarde, quedó confirmado que la lesión de Andrés Nocioni se ha quedado finalmente en un susto. El racial alero argentino, cuyos gestos de dolor hicieron temer lo peor tras su aparatosa caída del pasado jueves en Krasnodar en su intento de colocar un tapón a Aleks Maric a cinco minutos para la conclusión del encuentro, sufre un mal menor que, eso sí, le impedirá ser mañana de la partida ante el Unicaja en el Fernando Buesa Arena. Tras un infernal viaje de regreso procedente de Rusia que dejó a la expedición azulgrana en Vitoria a primera hora de la tarde, las pruebas médicas practicadas al Chapu revelaron que únicamente padece "un leve esguince en el ligamento lateral externo de su rodilla izquierda".

Un diagnóstico casi impensable cuando solo unas horas antes el corazón del Laboral Kutxa seguía luciendo en el aeropuerto de Barajas una indisimulable cojera que no auguraba nada bueno y hacía pensar que algún hueso de la articulación pudiese estar fracturado. Algo que a las puertas de cumplir las 34 primaveras podría haber precipitado el final de su exitosa carrera deportiva. Según especificó el Baskonia en su comunicado, "su evolución diaria determinará los plazos de recuperación", pero de momento no está descartado para la trascendental visita de la próxima semana a Tel Aviv para jugar ante el Maccabi.

La hipotética pérdida de Nocioni hubiese significado la puntilla definitiva para las aspiraciones domésticas y continentales de un conjunto vitoriano al que esta temporada le ha mirado un tuerto con una epidemia de lesiones difícil de recordar. El único insustituible de una plantilla limitada en cuanto a talento, personalidad y carácter es precisamente el veterano todoterreno albiceleste, convertido en el líder espiritual y el motor de un equipo que privado de sus ingentes dosis de raza habría encarado a corto plazo un futuro dramático. Afortunadamente, no será así porque todo hace indicar que la baja del argentino no se demorará más allá de dos semanas.

Entre tanto parte médico y sobresalto en forma de lesiones, Scariolo también recibió ayer otra inmejorable noticia. Y es que Lamont Hamilton, ausente desde aquel fortísimo golpe en el bautismo continental ante el Maccabi celebrado el 17 de octubre, ya está en condiciones de reaparecer tras casi un mes de ausencia. El fornido poste neoyorquino fue dado de alta en la ACB tras perderse la friolera de ocho partidos -cuatro de ACB y cuatro de Euroliga- por una lesión que, en principio, no parecía revestir excesiva gravedad. Concretamente, un edema en la musculatura del cuádriceps derecho que le ha impedido volver a los entrenamientos hasta esta semana.

Con Hamilton en nómina y en espera de que Hanga se reincorpore al plantel en el plazo máximo de dos o tres semanas, el preparador transalpino acoge esperanzado el regreso de un interior eminentemente físico que dotará a la pintura de kilos, músculo, envergadura e intimidación. Algo de lo que ha adoleciado un liviano Baskonia en los últimos tiempos ante rivales dotados de un juego interior mucho más poderoso.

No cabe duda de que los minutos se cotizarán caros a partir de ahora. Y es que la nómina de hombres altos para los próximos choques se eleva a cinco si se incluyen a Pleiss, Milko Bjelica, Mainoldi y el joven Diop, que esporádicamente está entrando en los planes del cuerpo técnico. La vuelta de Hamilton motivará una competencia feroz, ya que el montenegrino con vínculo temporal ha sido utilizado hasta ahora como cinco puro durante la mayoría de minutos y apenas ha compatibilizado su presencia en pista con el alemán.