4ª jornada de la primera fase de la Euroliga. Pabellón Fernando Buesa Arena (9.726 espectadores).

Parciales: 15-25; 17-6; 19-23; 12-19. Árbitros: Rocha, Gkontas y Tomov. Eliminados: No hubo. Técnica a Dejan Radonjic (min.17).

PMinT2T3T1RTDOABRBPFV

4. Mainoldi2141/10/111121

5. Nocioni8303/60/32/4642113210

7. Van Oostrum 5191/11/34222129

13. Kaukenas 2151/20/112211

15. Hodge2210/40/12/32132-3

19. San Emeterio7233/40/11/211134

21. Pleiss9154/71/211115

22. Heurtel

24. Kelati4151/11/23311135

25.Jelinek10244/70/32/233328

51. Bjelica14247/80/47433411

Equipo1113

TOTAL6320024/402/189/1527198108142254

vitoria. Terrible e impensable paso atrás de consecuencias imprevisibles. Otra sonora decepción en un momento propicio para dar un salto cualitativo que compromete seriamente la clasificación hacia el Top 16 apenas una semana después de haber desbrozado el camino en Vilnius. El sospechoso proyecto azulgrana, presidido por las lesiones y sobre todo un mar de dudas en todos los puestos, recibió ayer un nuevo sopapo y continúa abanderado por una vulgaridad desesperante. En una velada aciaga que retrató las carencias de una plantilla limitadísima de la que solo se salvó de la quema un recién llegado como Milko Bjelica, el Laboral Kutxa desperdició ayer una ocasión de oro que puede terminar pagando cara en la segunda vuelta de la competición.

Y todo tras cuarenta minutos aciagos en los que un modesto como el Estrella Roja, la cenicienta del grupo D e inédito hasta la fecha, sacó los colores a un anfitrión huérfano de ideas, clarividencia, personalidad y rigor. Incapaz de cicatrizar las heridas abiertas por el Cajasol, el Baskonia se autoinmoló con una parálisis ofensiva que ni los más viejos del lugar recuerdan. Ante la atenta mirada de un desatascador ofensivo como Rakocevic que no debe dar crédito a lo que ven sus ojos tras la dorada etapa que vivió no hace mucho en Vitoria, el partido agravó la debilidad anímica de un bloque que implora no sólo el regreso de los lesionados sino también un golpe de efecto en forma de cambios en su estructura. De no ser así, la temporada corre el serio riesgo de acabar como el rosario de la aurora.

La noche propicia para haber dejado herido de muerte a un rival director por la cuarta plaza desembocó en un mal trago. Los alaveses se mantienen momentáneamente en puestos de Top 16, pero consentir la resurrección de la formación serbia en puertas del complejo desplazamiento a Krasnodar constituye un pecado mortal de necesidad. En cualquier caso, carece de mucho sentido hacer las cuentas de la lechera si el Laboral Kutxa no vuelve a enderezar un rumbo otra vez extraviado.

El supuesto propósito de enmienda que anidaba en la plantilla tras la debacle de Sevilla permaneció en el vestuario. Con un inexplicable inicio de encuentro que reprodujo las peores pesadillas de la temporada, el Estrella Roja alimentó las opciones de inaugurar su cosecha continental. El Buesa Arena asistió impotente e indiferente al desconcierto generalizado que puso la victoria cuesta arriba. Y es que el conjunto vitoriano no hizo sino ahondar en vicios perniciosos como su desesperante tibieza defensiva y la escasa pegada en ataque.

una aislada respuesta La obtusa batuta de Hodge echó más leña al fuego de la inconsistencia de una dirección que, huérfana de la electricidad de Heurtel, se está viendo resentida más de la cuenta. La cuerda exterior malvivió una jornada más por la nula puntería de todos sus integrantes. Y, en la pintura, Milko Bjelica constituyó un oasis de intensidad ante la ternura de un irreconocible Pleiss. Esta vez, ni siquiera emergió el corazón de Nocioni para rearmar a un anfitrión melancólico que, a raíz del 60-61 en el marcador, se derrumbó en las postrimerías. Nelson, el brazo ejecutor de los visitantes, y los rebotes regalados dieron la puntilla en medio de unos pastosos ataques que dieron paso a la pitada del respetable con el bocinazo final.

Únicamente la terrible parálisis ofensiva de los serbios en el segundo cuarto obró la resurrección vitoriana tras una desoladora puesta en escena. Siete minutos en los que el Estrella Roja, dominador hasta ese instante gracias a la efervescencia del eléctrico base estadounidense y los centímetros de Marjanovic, fue incapaz de sumar un mísero punto. La extrema ingenuidad visitante, concretada con una técnica a su capataz por entrar en la pista y una antideportiva de Schilb por dar una patada desde el suelo a Kelati, hizo posible incluso que el Baskonia se retirara al descanso con una ventaja mínima. Engordar para morir. A la vuelta de los vestuarios, la solidez balcánica arruinó los deseos de cosechar un triunfo indispensable que reportase buenas dosis de tranquilidad para el futuro. Con un mundo todavía por jugarse, las opciones de clasificación permanecen intactas. Pero las sensaciones son pésimas.