vitoria. Visto lo visto sobre el parqué del Buesa Arena, definitivamente el Baskonia que ayer se midió el Estrella Roja era otro Baskonia. Desde luego, otro peligrosamente distinto al que hace dos semanas llenó de orgullo a la hinchada azulgrana tras la machada en Vilnius, donde con un equipo cogido con alfileres por culpa de las lesiones, se impuso al Lietuvos con rotundidad. Aquella imagen se diluyó sin embargo como un azucarillo unos días después en Sevilla, esta vez en la competición doméstica, al caer con estrépito ante Caja Sol. En la noche de ayer, de regreso a la máxima competición europea, se esperaba una vuelta a ese carácter al que esta temporada se agarra el club casi con desesperación, sin embargo, el paso atrás fue extraordinario. No ya por la derrota y el basket average, muy preocupantes de por sí, sino por la lamentable imagen ofrecida ante un conjunto muy normalito que sólo tuvo que resultar menos fallón que Baskonia para llevarse el triunfo.

Se presentó el plantel de Scariolo de nuevo bajo mínimos, con las bajas de Heurtel, Causeur y Hamilton, pero el contexto no coló. Entre otras cosas porque en Vilnius, en igualdad de condiciones, o peor aún, el equipo reaccionó. Por lo tanto, lo de ayer fue un espejismo. Un espectro de plantel al que le faltaron actitud, ideas y claridad en defensa y en ataque. Un par de datos para demostrar la evidencia: apenas tres puntos en los últimos cuatro minutos del partido, y sólo dos triples en todo el encuentro, uno de ellos, por cierto, de Van Oostrum. El resultado ofreció una imagen explosiva que enervó por momentos al público, de nuevo bronco con el equipo en general y, por momentos, con jugadores como San Emeterio, al que regaló algún pitido. El enfado de la grada también se trasladó a la sala de prensa, donde Sergio Scariolo apenas puso reparos a la derrota.

Visto el desastroso desenlace de ayer y la forma en la que el equipo se complicó la vida para clasificarse para el Top 16, la pregunta que cabe hacerse ahora es cómo este mismo equipo, que el domingo vuelve a jugar en Valladolid, es capaz de resetearse para retomar la confianza y recuperar a jugadores que ayer apenas tomaron parte. Casos como el de Tibor Pleiss, bancado ayer por Milko Bjelica y venido a menos desde hace unas semanas; casos como el de Kaukenas, del que tal vez se esperaba algo más de su escasas aportación de ayer; o del propio San Emeterio, un jugador franquicia que en un conjunto en construcción como éste debería asumir mucho más responsabilidad. Porque si lo que el Baskonia espera es seguir viviendo de jugadores ancla como Nocioni o un sorprendente Bjelica, que ayer volvió a cuajar una buena actuación, su futuro pende de un hilo. Y Scariolo lo sabe: "Si más jugadores jugaran con más confianza, no necesitaríamos un liderazgo extraordinario".