vitoria. "Odio cuando me mienten". Fue el misterioso y esclarecedor tuit que escribió Mirza Teletovic hace unos días desde el mismo vestuario de los Nets nada más finalizar el encuentro donde perdió con claridad ante los Magic. El francotirador bosnio ya no esconde su frustración por el triste rol que le toca desempeñar en un equipo al que los rutilantes fichajes de Paul Pierce, Kevin Garnett y Andrei Kirilenko. Nada parece haber cambiado respecto a su calvario de la campaña anterior bajo la dirección, primero, de Avery Johnson, y más tarde de P.J. Carlesimo. Jason Kidd, su antiguo compañero en Brooklyn y el hombre que rige los destinos de la franquicia presidida por el multimillonario magnate ruso Mikhail Prokhorov, acababa de concederle los típicos minutos de la basura -primeros, por cierto, desde que el torneo echó a rodar hace escasas fechas- que siempre tienen como protagonistas a los suplentes.

El alero bosnio, uno de los últimos baskonistas que ha cruzado el charco rumbo a la mejor liga del mundo, vuelve a ser carne de banquillo en el curso donde estaba convencido de que aumentaría su protagonismo. Tras el clásico primer año que vive un rookie en Estados Unidos, marcado por la difícil adaptación y un doloroso ostracismo, Teletovic confiaba en dejar atrás la que, posiblemente, fue la temporada más dura como profesional. Previo pago de su cláusula de rescisión y convertido en uno de los tiradores más mortíferos del Viejo Continente, en el verano de 2012 puso fin a su larga etapa en el Baskonia para firmar un suculento contrato de tres campañas con una potencia emergente del torneo estadounidense.

Todo hacía indicar que sus características casaban como anillo al dedo con los requisitos para ser un hombre importante en la rotación de cualquier equipo de la NBA. Así se desprendía, por ejemplo, de su baloncesto eminentemente atlético, su privilegiada muñeca, su indudable capacidad de salto, su potente tren superior o su habilidad para correr el contragolpes. Virtudes sin las cuales nadie puede hacer carrera en una competición tan exigente y maratoniana que obliga a un esfuerzo sobrehumano. A la hora de la verdad, sin embargo, Teletovic está comprobando que puede estancarse como jugador si mantiene inalterable su reducida, por no decir inexistente, cuota de minutos.

Y todo ello tras un verano en el que ha debido de cortar de raíz todas las especulaciones surgidas sobre una posible vuelta al baloncesto europeo, concretamente a Turquía donde había más de un equipo dispuesto a tirar la casa por la ventana para tentarle con una seductora propuesta económica. "Cuando no juegas te pasan muchas cosas por la cabeza, pero la oportunidad siempre está ahí si tú te la ganas. Mi deseo es triunfar en la NBA", reconoció hace escasas fechas a un diario de su país natal. Aunque todavía no lo desliza, la única solución para acabar con su pesadilla residirá en el cambio a una franquicia donde no goce de una competencia tan feroz. El nerviosismo de Teletovic ya quedó patente a mediados del mes pasado cuando tuvo algo más que palabras en un entrenamiento con su compañero Andray Blatche.