partidos como el de ayer, en el que las bajas del Laboral Kutxa lo marcaban todo, son los que tienen que aprovechar los jugadores a los que se les pide un alto de calidad para subir su rendimiento en un par de escalones. Nada se puede descubrir ya a estas alturas de un hombre como Andrés Nocioni, que encima protagonizó una exhibición imperial en Chipre, pero sí era un buen momento para ver ese paso adelante de alguno de esos talentos que hay en la plantilla de Sergio Scariolo y que ya tienen que empezar a demostrar su valía. Pues bien, como escudero de un Chapu todo pundonor y que fue tumbando uno tras otro a todos sus pares, surgió la figura de un David Jelinek que había firmado unos excelentes números durante la pretemporada pero que había vuelto a la oscuridad del pasado año con el comienzo de la competición oficial. Huérfano el equipo de referentes exteriores, el escolta checo al menos asumió responsabilidades con bastante acierto e hizo gala de esa capacidad anotadora por la que siempre destacó en categorías de formación cuando militaba en el Joventut.

El escolta comenzó muy frío, con varios errores y sin atreverse a hacer cosas en ataque más allá de dos asistencias. Pero en el segundo período comenzó ya a desmelenarse secundando la exhibición de Nocioni. Un par de triples consecutivos en el arranque de ese segundo cuarto le hicieron ganar confianza y ya entró definitivamente en ebullición tras el descanso cuando anotó nueve puntos con variedad en sus lanzamientos para acabar firmando 17 puntos y dejando la sensación de que puede sumar en positivo si se atreve a hacer lo que le gusta.

Eso sí, la notable actuación del checo resultó del todo insuficiente ya que pocos compañeros se unieron a ese grito de rebelión que emitió Nocioni. Walter Hodge y, en menor medida, un Tibor Pleiss que participó muy poco en el juego fueron los únicos de los que se puede escribir algo positivo, ya que los Fabien Causeur y Thomas Heurtel estuvieron desaparecidos, mientras que Devon Van Oostrum e Ilimane Diop -tuvo que jugar 15 minutos por los problemas de faltas del pívot alemán- dieron su apoyo al equipo a pesar de que aún les faltan años de experiencia para sumar tanto como se espera de ellos.

El que no falló fue un Chapu que estuvo impresionante en tierras chipriotas y que acabó firmando un triple doble en puntos (23), rebotes (12) y faltas recibidas (10) y ante el que el Panathinaikos nada pudo hacer defensivamente, ya que vio como se iba hasta los 35 puntos de valoración, el que fue el mejor registro de la segunda jornada en la Euroliga, aunque seguro que al de Santa Fe le hubiese gustado más ganar que llevarse ese merecido galardón por sus números.

Ya fuese ganando la posición en las cercanías del aro ante rivales más débiles o superando en velocidad a oponentes más pesados, el argentino resultó imparable y firmó su mejor partido desde que le ha tocado adaptarse a la posición de ala-pívot. Si en anteriores partidos le había costado aprovechar sus virtudes y sacar ventaja ante sus pares, ante el equipo del trébol dio un recital de cómo gestionar cada balón para convertirse en el sostén anotador baskonista durante todo el partido y, al menos, impedir y destrozo de calibre mayor. Eso sí, en labores defensivas, en esa zona que planteó Scariolo para proteger a su equipo, sufrió como todo el equipo con el movimiento de balón del Panathinaikos, sus acierto desde la línea de 6,75 metros y unas cuantas canastas excesivamente sencillas dentro de la pintura.