desde que contribuyese al último grandioso éxito del Baskonia, concretamente el tercer entorchado liguero cosechado en junio de 2010, no se sabía casi nada de él. Los más íntimos revelaban que había perdido la pasión por el juego y sus eternos problemas físicos no hacían más que teñir de sombras su continuidad al más alto nivel. El baloncesto se convirtió durante muchos años para Walter Herrmann en una tabla de salvación a la hora de no caer en la más absoluta depresión. En 2003, mientras empezaba a despuntar en la ACB y labrarse su salto a la NBA, un fatal accidente de tráfico sesgó las vidas de su hermana, de su madre y de su, por entonces, novia. Un año más tarde, un ataque de corazón le arrebató a su padre apenas unas horas después de que una antológica actuación suya (37 puntos y 11) permitiera a su país conquistar el Sudamericano.
Ajeno a las fatalidades, el de Venado Tuerto desarrolló una brillante carrera cuyo momento de mayor apogeo se produjo en 2004 con el oro olímpico de Argentina en los Juegos de Atenas. Con la vida solucionada y sin problemas económicos, decidió refugiarse con su familia -está casado con una médica malagueña que es la hija del podólogo del Unicaja- en su país natal. Transcurrió mucho tiempo sin que, debido a motivos personales, quisiera vestirse de corto. En octubre de 2011, un equipo de la cuarta división argentina, el Unión Deportiva de su ciudad natal, le propuso retornar a las canchas, aunque fuese alejado del profesionalismo. Entonces, el argentino comenzó otra vez a sentir el gusanillo del balón. Incluso realizó una gira por Angola con la selección de su país que sirvió para que Julio Lamas pensase en él como una posible alternativa para la cita olímpica de Londres. Finalmente, la evidencia de que no estaba preparado para competir a tan alto nivel terminó pesando como una losa.
Ahora, con las 34 primaveras ya cumplidas, el exbaskonista ha vuelto a recobrar la ilusión. En mayo de este año, firmó un compromiso con el equipo al que hizo campeón argentino hace más de una década antes de cruzar el charco. El Atenas de Córdoba, que trata de destronar al Regatas Corrientes y está dirigido por un clásico del país albiceleste como Mario Milanesio, le ha contratado como su nuevo icono para recuperar la corona perdida. Pese a que su equipo perdió en la prórroga ante el favorito, su vuelta ha sido prometedora al conseguir la friolera de 27 puntos y 10 rebotes.
El Blondo, como se le conoce por su melena rubia, no descarta incluso la posibilidad de vestir la elástica de Argentina en el próximo Mundial de España. La última vez que lo hizo fue en 2006 cuando se quedó a las puertas de una medalla en el Mundial de Japón tras aquel célebre triple errado por Nocioni en la semifinal ante España. "Me gustaría. También sucede que no me gusta afrontar una competencia si no estoy al cien por cien. Dependerá de cómo esté en lo físico y en lo basquetbolístico", reveló Walter a la prensa local. Por delante, tiene casi un año para recuperar el esplendor.