más savia fresca que nunca. A los aficionados de la ACB les va a costar familiarizarse, al menos un tiempo prudencial, con la ingente cantidad de rostros nuevos que han aterrizado durante este verano en la competición. La galopante crisis económica ha empujado a los clubes a agudizar el ingenio e innovar más de lo normal a la hora de configurar unas plantillas que, salvo las diseñadas por los dos grandes gracias al dinero proveniente del fútbol, están perdiendo calidad a borbotones a lo largo de las últimas ediciones.
Como la capacidad adquisitiva para acometer fichajes de relumbrón se ha reducido a la mínima expresión y las arcas no están para echar cohetes, el recurso fácil no es otro que reclutar a baloncestistas modestos cuya cotización se ajuste a los angustiosos momentos que vive hoy en día el deporte profesional. El baloncesto no se ha librado de una lacra que no tiene visos de acabar a corto plazo con el consiguiente desprestigio ante los ojos de todo el mundo.
Hasta 53 jugadores, una cifra sin parangón en la época moderna, tendrán a partir de este fin de semana la oportunidad de disputar sus primeros minutos en una ACB cada vez más devaluada con respecto a otros torneos domésticos que no están dudando en arrebatarle a golpe de talonario a sus exponentes más cualificados. Así, en parte, se explica la paulatina pérdida de vistosidad experimentada por los partidos, el abandono de los aficionados y las paupérrimas audiencias televisivas.
El perfil de las nuevas adquisiciones tiene varios denominadores comunes. En la mayoría de los casos, se persigue el divino tesoro de la juventud, una amplia capacidad de progresión y, sobre todo, mucha hambre para comerse el mundo. Los veteranos ya de vuelta y con los bolsillos llenos de dinero carecen de cabida en el planteamiento de cualquier director deportivo, que tiene unas directrices muy concretas por parte de los presidentes. Y es que, como telón de fondo, aparece la tentadora posibilidad de ingresar dinero merced a un futuro traspaso.
promesas americanas Por eso, a casi nadie sorprende que el mercado estival haya estado marcado, entre otras cosas, por el masivo desembarco de bisoños jugadores estadounidenses procedentes de alguna universidad. Para aquellos que no han encontrado acomodo en el draft de la NBA y, por ello, tienen completamente cerradas las puertas de una franquicia perteneciente a la mejor liga del mundo, la ACB se ha convertido en un buen escaparate. Todos ellos, eso sí, precisarán de un periodo de adaptación para familiarizarse con una cultura baloncestística antagónica.
Sin embargo, hay secretarios técnicos que no han cruzado el charco en busca de mirlos blancos y optado por arriesgar lo más mínimo orientando su vista hacia la Adecco Oro. Algunos han pescado incluso varios peldaños más abajo como la Adecco Plata o incluso la EBA. Entre julio, agosto y septiembre, también han sido fichados jugadores procedentes de Canadá, Grecia, Turquía, Letonia, Bulgaria, Alemania, Israel, Francia, Ucrania, Serbia, Polonia, Lituania, Puerto Rico o la exótica Túnez.
El Baskonia podrá respirar algo más tranquilo en este sentido, ya que la práctica totalidad de sus piezas atesora una dilatada experiencia dentro del que muchos -ya sin muchos argumentos, por cierto- vislumbran todavía como el torneo más atractivo del Viejo Continente. Únicamente Walter Hodge e Ilimane Diop, antiguos miembros del Zielona Gora polaco y del UPV Álava respectivamente, desconocen las mieles de actuar en la ACB, si bien el base portorriqueño ya pisó en su día la pista del Cajasol en partido correspondiente a la Eurocup. En realidad, son tres, ya que la participación de Van Oostrum se limita el pasado ejercicio a unos solitarios segundos en el derbi ante el Bilbao Basket celebrado en Miribilla.
Llama poderosamente la atención que, de los 18 integrantes de la patronal, tan solo el vigente monarca liguero sea el único que no exhiba en nómina a algún potencial debutante. Los tres fichajes de Pablo Laso para el Real Madrid (Bourousis, Mejri y Dani Díez) ya vistieron en el pasado la elástica de otros equipos como el Barcelona, el Blusens y el Gipuzkoa Basket respectivamente.
En el otro lado de la balanza figura el Valladolid, que tras inscribirse en el último instante y agobiado por el crítico estado de su tesorería ha conformado un plantel plagado de desconocidos. Siete de sus caras nuevas (Haritopoulos, Vasilopoulos, Vilhjálmsson, Iván Martínez, Luther Head, Omari Johnson y Akeem Wright) jamás han actuado un segundo en la ACB. No le van a la zaga otros conjuntos de la parte media-baja de la tabla clasificatoria como La Bruixa d'Or, el Rio Natura Monbus, el UCAM Murcia o el Baloncesto Fuenlabrada.