vitoria. Lamont Hamilton parece tan fiero sobre la cancha, cuando intimida a los rivales cerca del aro, como afable en el trato cuando se descalza las botas de baloncesto. Llegado como uno de los fichajes estrella de la presente campaña, el pívot neoyorquino parece obligado a aportar cosas positivas al equipo desde el primer momento, pues se presume que su periodo de adaptación debería ser más corto que el de otros jugadores sin experiencia en ACB. Ansioso por estrenarse en la Euroliga y convencido de que este Laboral Kutxa "puede dar guerra", sabe que deberá cargar con el sambenito de haberse mudado de un lado al otro de Altube.
No es el primer jugador -y seguramente tampoco será el último- que toma la A-68 para cambiar Bilbao por Vitoria o viceversa. Pero la rivalidad cada vez mayor, aunque sana, entre las aficiones de dos de los tres equipos vascos de ACB ha salpimentado de cierto morbo su desembarco en el equipo de un Sergio Scariolo que ya le ha dejado muy claro lo que espera de él. "No sé qué espera la gente de mí. Yo sólo quiero jugar duro y ayudar al equipo todo lo que pueda. Quiero asegurarme de hacer todo lo que el entrenador me pide: rebotear, anotar, hacer buenos bloqueos y ofrecer todo lo que el equipo necesita", aseguraba ayer un Hamilton que, de saltar mañana la sorpresa en las dos semifinales de la Supercopa, podría tener incluso la oportunidad de enfrentarse a su antiguo equipo este sábado.
A Hamilton tampoco le quita el sueño esa posibilidad. Es consciente de que algunos aficionados del Bilbao Basket pueden guardarle cierto rencor por haberse alistado en el gran rival, en el equipo que sirve de espejo para los hombres de negro, pero quiere dejar claras las motivaciones que impulsaron un cambio de aires en cierta medida lógico. "Aún no he visto a nadie de Bilbao, pero estoy seguro de que estarán algo enfadados. Pero esto es un negocio y creo que esta era la mejor decisión para mí y para mi familia. Es un paso adelante. Siempre llevaré Bilbao en el corazón como ahora también a Vitoria", aseveraba con naturalidad uno de los jugadores que el pasado curso logró que la hinchada de Miribilla se levantara más veces de su asiento.
Hamilton, como la mayoría de los jugadores del combinado gasteiztarra, ensalzaba el gran ambiente que se ha creado en el vestuario y la dureza del técnico encargado de llevar esta nave a buen puerto. "Es un gran entrenador. Un entrenador duro, como se espera que tiene que ser, pero también una gran persona y se asegura que todo el mundo tenga muy claro lo que quiere que le demos", explicaba.
El neoyorquino prefiere hablar en clave colectiva antes que fijarse metas individuales, más allá de que es consciente de que el público del Buesa Arena espera de él unas prestaciones en la pintura que el pasado curso se echaron en falta. "Espero que todos demos el máximo, juguemos duro, todos juntos, tal y como hemos hecho hasta ahora. Y aprovechar la buena química que se ha generado en el vestuario para convertirnos en un gran equipo. Somos casi como hermanos. Es como si nos conociéramos desde hace mucho", aseveraba.
Para Hamilton, un jugador que brilló el pasado curso en Bilbao, el éxito llegará si Scariolo y toda la plantilla empujan con la misma intensidad y en la misma dirección. "Creo que deberemos remar en la misma dirección y hacer como equipo todo lo que nos diga el entrenador", apuntaba el jugador estadounidense, ansioso por estrenarse en la Euroliga. "Es la mejor competición después de la NBA. Tengo muchas ganas de debutar y de hacerlo lo mejor posible", añadía.
sin miedos Al neoyorquino no se le escapa el respeto que infunden dos rivales como Madrid y Barcelona, tan distanciados presupuestariamente del resto. Pero tiene fe en las posibilidades del nuevo Baskonia. "Creo que son dos equipos top tanto en España como en Europa, pero también que si logramos hacernos fuertes como equipo, tendremos opciones de plantarles cara".
Hamilton compartirá posición con un Tibor Pleiss con el que deberá repartirse los minutos y al que alabó sin ambages. "Es un tipo joven con un futuro muy brillante. Un muy buen jugador que sólo puede mejorar. Creo que le esperan cosas grandes. Ambos mejoramos al otro. Trabajamos duro en los entrenamientos para hacernos con el puesto", aseveró el nuevo interior baskonista, que confía en que, como toda la plantilla, también el público del Buesa Arena se sume a la hora de remar. "Los necesitamos con nosotros y seguro que el viernes estarán", concluyó.