cinco partidos y cinco victorias. El primer adversario del Baskonia en un partido oficial mete miedo de cara a la Supercopa, que dará el próximo viernes el pistoletazo de salida a la temporada más difícil que se recuerda en mucho tiempo en el Fernando Buesa Arena. Ni las sensibles ausencias por lesión ni la tardía llegada de los internacionales debido a la celebración del Europeo minan, de momento, el poderío de una plantilla descomunal concebida para desbancar al Real Madrid del trono liguero y, como mínimo, inmiscuirse en la Final Four de la Euroliga prevista en Milán.

El escaso bagaje en cuanto a títulos con que se saldó el pasado ejercicio -únicamente condujo a las vitrinas del Palau la Copa del Rey quedándose con la miel en los labios en los restantes frentes- ha dado paso este verano a una drástica revolución fraguada con la llegada de cinco fichajes. Amparado en un presupuesto astronómico para hacer y deshacer a su antojo, muy pocos clubes se han mostrado tan activos en el mercado estival como este Barcelona sediento de gloria que amenaza con infligir el primer baño de realismo al Laboral Kutxa.

A Joan Creus se le escapó el gran Spanoulis, la joya de la corona que en el último momento desestimó una oferta millonaria para renovar en El Pireo. Sin embargo, las nuevas caras blaugranas rebosan calidad, músculo y potencial físico por todos sus poros. Los controvertidos Joey Dorsey y Maciej Lampe han reforzado un juego interior de muchos quilates donde un estilista como Ante Tomic tendrá los contrapuntos idóneos. Kostas Papanikolau, arrebatado al Olympiacos a golpe de talonario y ahora lesionado, tendrá la difícil misión de cubrir el vacío dejado por Pete Mickeal, aunque este griego carne de NBA aterriza con la etiqueta de mejor joven de la Euroliga durante las dos últimas campañas. El combo guard llamado a generarse sus propias canastas, la taquilla destinada para la estrella griega, será el anotador Jacob Pullen, que promedió el pasado curso en ocho partidos en Bolonia más de 22 puntos de media. El veterano Bostjan Nachbar, un híbrido entre el tres y el cuatro que ha evidenciado su calidad en el Europeo con la selección eslovena, constituye la guinda del pastel.

En total, el lujo de catorce fichas profesionales -contando al bisoño Hezonja- que obligarán a Xavi Pascual a realizar convocatorias como si de un equipo de fútbol se tratase. Así es la opulencia culé que contrasta con los apuros de otros rivales directos como el Baskonia para sobrevivir en la elite. Dos jugadores deberán ser descartados antes de cada partido, algo que da muestras del interminable fondo de armario del Barcelona para afrontar una temporada con aroma a redención.

El hecho de que permanezca invicto en la pretemporada constituye un dato a tener en cuenta. No en vano, tres de sus principales pilares no han podido todavía vestirse de corto. Navarro y Lorbek enfilan la recta final de su recuperación tras operarse este verano del pie y de la rodilla respectivamente. Papanikolau sufrió un esguince de rodilla en la cita balcánica que también le mantiene en la enfermería. La participación de este estelar trío en la Supercopa permanece en el aire, aunque ello no ha sido óbice para que el Barcelona sume hasta ahora todas sus apariciones de carácter amistoso por victorias.

El Joventut (60-49), La Bruixa d'Or (76-70), el Vuelle Pesaro (87-86), el Granarolo Bolonia (111-92) y el Bayern Munich (85-78) ya han sido sufrido en sus carnes los incontables recursos de una plantilla con puestos hasta por triplicado y que no adolece de nada. Porque, además de todo lo bueno que ha llegado este verano, la competencia en todos los puestos es una realidad con la continuidad de varios hombres de la columna vertebral como Sada, Huertas, Abrines, Oleson, Todorovic y el citado Tomic. Del nuevo proyecto han quedado descabalgados Rabaseda, Ingles, Wallace, Mavrokefalidis y Mickeal.