vitoria. Tibor Pleiss pisó la cancha con cautela, como con miedo. Los flashes de los fotógrafos quebraron la reposada penumbra del Buesa Arena y la mayoría de los periodistas reunidos en torno a una de las canastas se lanzó en busca de protagonistas. El alemán se mantuvo en un segundo plano. Ocupó una silla en la banda, junto a su amigo y también recién llegado Fabien Causeur, mientras Andrés Nocioni, Fernando San Emeterio, Maciej Lampe, Brad Oleson, Carlos Cabezas o Nemanja Bjelica acaparaban la atención. Cuando le tocó el turno, ya casi hacia el final del tiempo concedido por Dusko Ivanovic a los medios hace un año, Pleiss posó con timidez. Y habló con cautela: "Me gustaría aprender mucho aquí para poder triunfar luego en la NBA", dijo casi al final de la entrevista. "Bueno, eso casi mejor no lo pongas", dudó, como si un jugador del Baskonia, trampolín y forjador por excelencia de futuros proyectos de la competición estadounidense, no pudiera soñar con saltar el Atlántico. Entonces, doce meses atrás, muchos albergaban alguna duda de su futuro. Pero cada vez son menos, sobre todo en Vitoria. Va construyendo su camino a base de certezas.

La afición del Laboral Kutxa se aferra como a un clavo ardiendo a la excelente imagen que Pleiss ha ofrecido en la primera fase del Eurobasket, que ha tenido que abandonar con demasiada antelación tras quedar Alemania apeada del torneo en la primera fase. Tibor se ha hecho mayor en Eslovenia. Se ha hecho hombre. En un torneo que reunía a algunos de los mejores pívots del baloncesto europeo, el poste baskonista se ha empeñado en destacar. Y lo ha conseguido.

Sergio Scariolo necesita que el teutón se sacuda sus dudas, ese halo de novato eterno que paseó el pasado curso por las canchas. La marcha de Lampe retira la red de seguridad. Como le sucedió a Causeur al marcharse Oleson, Pleiss queda también en primera línea de fuego. Su peso en el juego interior del equipo baskonista debe crecer. El equilibrio de un equipo limitado en muchos apartados depende en gran medida de que pueda asemejarse en la medida de lo posible al jugador que se ha visto en Liubliana durante los últimos días.

Las estadísticas subliman la incidencia de Pleiss en el juego de una selección alemana huérfana en la pintura sin Dirk Nowitzki ni Chris Kaman. El técnico germano, Frank Menz, apenas contaba con la referencia del menudo Heiko Schaffartzik y el polivalente Robin Benzing, dos de los pilares del Bayern de Múnich, pero se encontró con una tercer socio para ellos. Un invitado inesperado que al final acabó por convertirse en la gran sensación.

Pleiss ha cerrado la primera fase del torneo que se celebra en Eslovenia con números de estrella. Ha estado por encima en cuanto a números de jugadores con pasado o presente NBA -como Gortat, Asik Bourousis o Lampe- y se ha consolidado como un pívot de garantías. Ha completado los primeros cinco partidos del torneo promediando un doble-doble (11,6 puntos y 11 rebotes), ha sido el segundo máximo reboteador del torneo, sólo superado por el checo Jan Vesely (11,8) y además ha sacado a relucir su faceta intimidadora para situarse como el tercer mejor taponador (1,6 por cita).

Pleiss se ha curtido con la selección alemana, tal y como hizo un año atrás en el Preeuropeo, donde también brilló, y ahora le toca reivindicar su capacidad en su club. En Vitoria ya le esperan con los brazos abiertos. A punto de empezar el carrusel de amistosos de pretemporada, Sergio Scariolo agradecerá su incorporación a la dinámica del grupo, que se verá reforzado también por el retorno de David Jelinek y Devon Van Oostrum, también eliminados ya del Eurobasket.

Al alemán le ha llegado la hora de levantar la voz. Igual que ruge con su selección debe hacerlo también con un Baskonia cuyo juego interior genera muchas dudas. Acusado de blando, castigado en ocasiones por los árbitros con faltas un tanto incomprensibles, la pasada campaña sirvió de adaptación a la ACB. La siguiente, sin embargo, debe servir para edificar su sueño de NBA. No puede volver a pisar el parqué con miedo o cautela.