gasteiz. El discurso de los componentes del nuevo Laboral Kutxa resulta unívoco, diáfano, sobre todo entre los recién llegados. Términos como "ilusión", "hambre" o "ambición" tejen la esencia del renovado proyecto del cuadro azulgrana. Sergio Scariolo y sus pupilos han sabido interpretar la situación, el contexto que les ha tocado vivir, y se adaptan. Incluso en el seno del vestuario baskonista se acepta que el nivel del equipo ha bajado varios enteros en calidad, experiencia y nombres, pero ese no debe ser motivo, a tenor de las declaraciones de los protagonistas, para tirar la toalla de antemano.

Tanto el técnico transalpino como sus hombres saben cuál es el camino a seguir para recobrar el nivel de competitividad perdido en las últimas campañas, en las que se han acumulado por primera vez en casi veinte años tres cursos consecutivos de sequía de títulos. El colectivo debe quedar por encima de las individualidades, la fuerza del grupo tiene que disipar las dudas que genera la evidente inexperiencia en citas de primer nivel de los hombres llegados para reforzar una plantilla esculpida en función de las limitaciones económicas. Así lo ha dejado claro cada uno de los jugadores que ha dado la cara a lo largo de las últimas semanas ante la prensa, el último un Leo Mainoldi que ayer hablaba para la web oficial del club con la idea de mostrar su gran "alegría" por desembarcar en un equipo de la talla y la historia del baskonista.

"Somos un equipo joven. Yo debuto en Euroliga y otros jugadores también. Está claro que hay que suplir la falta de experiencia en alguna competición con las ganas y el hambre que tenemos. Yo en particular voy a intentar hacerlo lo mejor posible", aseguraba el poste argentino, que como dice se estrenará en la máxima competición continental el próximo curso. Y no será el único. Al contrario. El bautismo en la Euroliga será colectivo. Todos los refuerzos llegados durante el presente periodo estival de fichajes comparten una característica: ninguna se ha estrenado hasta la fecha en la Euroliga, una competición muy exigente en la que al Laboral Kutxa le va a tocar ofrecer el máximo desde el pitido inicial, dada la dificultad del grupo que le ha tocado en suerte para la primera fase.

La inexperiencia, así como ese hambre que esgrimen todos los componentes del cuadro azulgrana cada vez que tienen ocasión, será sin duda una de las características de un equipo que, más allá de Andrés Nocioni y Fernando San Emeterio, guías espirituales y referentes, cuenta con poco bagaje individual en citas de verdadero peso. Scariolo es consciente de este detalle. Por eso confía en que los planes de la directiva se cumplan y los jugadores que antaño quedaban en segundo plano den de verdad ese paso adelante del que han hablado.

Piezas como Thomas Heurtel, Fabien Causeur y Tibor Pleiss, secundarias el pasado curso, deben pasar a un primer plano para ser líderes. También se espera eso mismo de Walter Hodge y Hamilton, a quienes se presupone con capacidad para dar la talla en el primer nivel competitivo. El hambre, desde luego, no lo puede ser todo.