vitoria. Trece horas de reunión y un enclaustramiento maratoniano en la sede del Consejo Superior de Deportes, no sirvieron el pasado viernes para nada. Sin embargo, con las manecillas del reloj apretando a todos los involucrados en vísperas de la celebración de los segundos partidos correspondientes a la eliminatoria de cuartos de final por el título, se produjo la fumata blanca en la jornada de ayer. La evidente falta de unidad entre los jugadores, muchos de los cuales habían mostrado su disposición a jugar, obligó al sindicato a dar marcha atrás y aceptar la propuesta de la ACB para desencallar un conflicto que ha vuelto a hacer un flaco favor a la imagen de la competición española.
Acorralado y cada vez más discutido al frente de su organización, como lo demuestra el hecho de que un colectivo de jugadores se plantease negociar por su propia cuenta a partir de mediados de junio un nuevo convenio colectivo, José Luis Llorente tuvo que recular y dar el visto bueno a los 275.000 euros ofrecidos por la patronal para financiar el sindicato, que se conformará con la mitad de la cantidad que tenía asignada hasta el año pasado (470.000) a cambio de ceder sus derechos de imagen. A ello habrá que añadir los beneficios por la disputa de un amistoso All Star, según apuntaron algunas fuentes.
Después de que la ABP decidiera a última hora del pasado viernes mantener la huelga, ayer se retomaron nuevamente los contactos en un último intento de evitar un ridículo histórico como la posibilidad de que los partidos se hubiesen disputado con algunas plantillas huérfanas de sus jugadores nacionales. La duda estribaba en saber si habría unidad entre un gremio donde han surgido voces discordantes con el trabajo de Llorente.
Tras conocer la medida drástica del sindicato, la patronal de clubes puntualizó el viernes por la noche que esta medida drástica no paralizaría bajo ningún concepto el desarrollo normal de la competición. Los cuatro duelos previstos esta mañana se jugarían sí o sí. De no haberse desconvocado la huelga, Pablo Laso mantenía las dudas de Llull, Sergio Rodríguez, Rudy, Suárez o Reyes, a Xavi Pascual le ocurría lo propio con Navarro, Rabaseda o Sada... En el Baskonia, por ejemplo, persistía la única incógnita de San Emeterio, ya que el concurso de los restantes baloncestistas con la vitola de cupos (Jelinek y Lampe) y de los comunitarios (Cook, Nemanja y Milko Bjelica, Nocioni, Heurtel, Causeur, Pleiss) estaba asegurado. Un panorama más desolador hubiese aguardado a Pedro Martínez, que corría el riesgo de quedarse sin Bellas, Alvarado, Beirán o Guerra.
En las filas alavesas, todos los focos se concentraban en el papel de Fernando San Emeterio, el único español a disposición de Zan Tabak dado que Unai Calbarro no se desplazó hasta Las Palmas como suele ser costumbre en casi todos los choques a domicilio. El discurso del club fue, en este sentido, categórico a lo largo de la jornada. "Si viaja, es que va a jugar", reconoció ayer un portavoz a DNA.
El de ayer fue un día de constantes llamadas, de muchos nervios e, incluso, de presiones en la sombra para conocer quién iba a vestirse de corto y quién se ausentaría de los compromisos. Lo más noticioso fue, sin duda, la convocatoria por parte del Valencia Basket de cinco jóvenes pertenecientes a las categorías inferiores. Además de los once profesionales de la primera plantilla, Velimir Perasovic incluyó en la expedición taronja rumbo a Zaragoza a Larry Abia, Juanlu Navarro, Adrián Duch, Matías Boho y Borja Soriano, todos ellos habituales de la Liga EBA, por si sus nacionales se negaban a jugar. El Madrid también envió a seis del filial a Santiago de Compostela.
Ocho clubes bloquearon el acuerdo definitivo descontentos con la elevada cifra que se destinará al sindicato. El pacto deberá ratificarse en la próxima Asamblea General mientras ambas partes negocian desde este lunes los últimos flecos del convenio que quedan pendientes.