vitoria. Tras unas últimas semanas en las que la falta de alicientes en juego ha mermado sobremanera la capacidad competitiva del equipo y sumergido a la plantilla en una perniciosa autocomplacencia, el Baskonia echa esta mañana el telón a la fase regular en la lejana Tenerife, donde hacía más de ocho años que no disputaba un partido oficial en la elite si se tiene en cuenta la larga travesía por el desierto firmada por el anfitrión chicharrero. Y lo hace obligado a lavar la pésima imagen ofrecida hace siete días en el Buesa Arena ante el Estudiantes que desembocó en la merecida ira de una afición desencantada con la sangrante desgana e indolencia mostradas por unos jugadores consumidos por su desmotivación.

Por tratarse de la última cita antes del inminente arranque de los play off por el título y por estar a la vuelta de la esquina el pistoletazo de salida a la parte decisiva de la temporada, el conjunto vitoriano no debe caer nuevamente en el error de dejarse llevar en uno de los fortines más inexpugnables de la competición. Y es que la bulliciosa pista del Canarias, un recién ascendido a la ACB que ha rubricado una trayectoria ejemplar y modélica tras la compra de la plaza del Lucentum Alicante durante el pasado verano, ha dejado tras de sí una interminable ristra de cadáveres en la presente campaña.

Sus dudas iniciales, traducidas en seis derrotas en otras tantas jornadas, abrieron los ojos a todo el mundo. Desde entonces, los insulares han cosechado unos resultados impensables, erigiéndose en la revelación de la Liga Endesa. Sustentado por un juego dinámico, vistoso y alegre que le ha convertido en el quinto anotador más compulsivo con más de 80 puntos de media por comparecencia, el modesto bloque en manos de Alejandro Martínez se perfila como una inmejorable piedra de toque para calibrar los débiles cimientos de la endeble defensa azulgrana.

Plagado de nombres anónimos, su atractivo baloncesto representará una exigente reválida para examinar la demarcación más controvertida de un Baskonia que se viene desangrando con tanteadores en contra superiores a los 90 puntos. Algo intolerable para un teórico aspirante al título que, por lo visto, no ha interiorizado aún que la única forma de desbancar a los grandes pasa irremediablemente por exhibir otro talante a la hora de defender su aro. En caso contrario, el presente ejercicio corre el riesgo de constituir un amargo trago y acabar como el rosario de la Aurora con una prematura defunción liguera.

Muchos ojos también estarán depositados en Jelinek, un expediente X hasta la fecha que no ha aprovechado esta secuencia de encuentros ante rivales modestos para reivindicarse en una cuerda exterior donde Nocioni opone casi todas las dosis de entusiasmo, garra y orgullo. El argentino, solo ante el peligro, necesita verse acompañado por otros rostros rebosantes de su misma ambición.