Vitoria. Un nuevo cisma de consecuencias imprevisibles sobrevuela la ACB en vísperas del arranque de las series finales por el título. En un momento crítico como el actual que supondrá el inminente pistoletazo de salida a la pelea por el título, el Sindicato de Baloncestistas Profesionales (ABP) amenaza con dar un golpe en la línea de flotación de la patronal de clubes. Si no se atienden sus reivindicaciones en las próximas 48 horas para firmar el convenio colectivo que vienen reclamando a lo largo de los últimos meses, los jugadores nacionales no se vestirán de corto e irán a la huelga. Eso sí, la palabra en cuestión no se pronunció ayer durante la rueda de prensa ofrecida por sus principales dirigentes en Barcelona con la presencia de significativos pesos pesados del colectivo como Juan Carlos Navarro, Rudy Fernández o Víctor Sada, además de la mayoría de los jugadores españoles que juegan en el Joventut y el Manresa.

"No nos gustaría aumentar el nivel de conflictividad, pero hay derechos que queremos defender. Todo se puede solucionar en un plazo de 48 horas, ya que queremos llegar a un acuerdo por la vía de la negociación. Ha llegado el momento de decir basta. Nosotros tenemos una serie de derechos adquiridos", reconoció José Luis Llorente, presidente del sindicato, dejando así la puerta abierta al diálogo para concretar un acuerdo positivo para sus intereses que evite una medida que ya fue decretada en mayo de 2005. A las puertas de la disputa de los terceros partidos de las eliminatorias correspondientes a los cuartos de final por el título, la ABP convocó una huelga debido a los sonados desencuentros con la ACB respecto al número de españoles que debía haber en cada plantilla.

Sin embargo, no es factible que el pacto se produzca a corto plazo, ya que existen notables diferencias entre las posturas de ambas partes. Ahora que la mayoría de los clubes adeudan importantes cantidades económicas a las plantillas producto del crítico estado de las tesorerías, la cobertura del fondo de garantía salarial constituye la principal reivindicación de la ABP. Los jugadores han puesto el grito en el cielo ante el hecho de que casi nadie está hoy en día al día en los cobros. Los hay -básicamente quienes pertenecen a los conjuntos más modestos- que incluso acumulan hasta cinco o seis meses de retraso. De ahí que su paciencia esté a punto de agotarse y demanden medidas urgentes para dar la vuelta a una situación de auténtica emergencia.

Otras de sus pretensiones para suscribir el convenio son, por ejemplo, el incremento del salario mínimo que en la actualidad está fijado en 25.000 euros, la pérdida del derecho de tanteo para aquellos clubes que no se encuentren al corriente de pago, el aumento de la oferta cualificada previa al ejercicio del tanteo del 55% al 100%, la exclusión de la competición de aquellos asociados que recurran al procedimiento concursal, la regulación de la incapacidad laboral transitoria, las vacaciones de Navidad o la imposibilidad de contratar jugadores durante la campaña mientras existan deudas salariales pendientes. La patronal, en el otro lado de la balanza, se resiste a dar su brazo a torcer en un momento delicado donde muchos de los asociados afrontarán un verano cargado de dificultades para incluso salir a competir a partir del próximo curso.