a lo largo del presente curso, uno de los más convulsos que se recuerdan en la historia reciente del Baskonia, la posición de base ha sido de largo la que mayores quebraderos de cabeza ha regalado a directiva y técnicos. Hasta cinco timoneles distintos se han enfundado la elástica azulgrana desde el pasado verano sin que ninguno de ellos haya logrado siquiera hacer olvidar la dolorosa marcha de un Pablo Prigioni que el pasado curso gobernó con mano firme la nave baskonista. Taylor Rochestie, Carlos Cabezas, Omar Cook, Thomas Heurtel y Devon Van Oostrum han sido los jugadores con los que tanto Zan Tabak como Dusko Ivanovic han contado para ocupar una demarcación clave, pero no ha sido hasta estos días, cuando se alcanza el tramo final de la competición, cuando el preparador croata parece haber hallado la fórmula que mejor combina las características de sus bases. Cook, cerebral y sobrio, se ha asentado como titular. Heurtel, anárquico, alocado, a veces temerario, ocupa al fin un papel que parece diseñado a su medida. El pirómano ha encontrado su sitio y ha brillado en un papel de apagafuegos que cumple a la perfección.

Tabak ha conseguido que poco a poco encajen todas las piezas del puzle. El equipo, de una manera casi imperceptible, se ha ensamblado para alcanzar el play off, en el que peleará por el único título al que aún puede aspirar, en un estado de forma ilusionante. Y Heurtel, como quedó claro el sábado en Fuenlabrada, como se vio en el cuarto partido de la serie ante el CSKA, parece asumir con gusto y demencial deleite el rol que le se le asigna en este nuevo reparto.

Heurtel tiene detractores y defensores a puñados. Desde que aterrizó en Vitoria, por su forma de entender el juego, por su aparente indisciplina táctica y los riesgos que corre en la gestión de las posesiones, apenas ha dejado a nadie indiferente. O se le quiere o se le detesta. Es capaz de levantar en una misma jugada a unos y otros de sus asientos. No son pocas las veces en las que uno arranca una protesta ante alguna de sus decisiones que acaba ahogada ante el acierto. Pero nadie puede negar que su esencia se ajusta como anillo al dedo al papel de kamikaze que se le ha encomendado en estas últimas semanas.

En Fuenlabrada, sin ir más lejos, el Laboral Kutxa no habría sumado la victoria si Tabak hubiese apostado por mantener sobre el parqué a un Omar Cook que cuajó, no obstante, una actuación más que aseada. El equipo requería de otra velocidad, necesitaba soltarse los corsés para cambiar la dinámica del choque y Heurtel, en eso, no tiene rival. Al igual que sucedió en el último duelo frente al CSKA, el timonel galo cuajó un último cuarto descomunal, al alcance de muy pocos jugadores. Y ante todo evidenció que se siente en su salsa cuando lo único que se le exige es que salga a divertirse. Entonces se olvidan sus frustrantes pérdidas, su caótica dirección, sus aparentes instantes de desconexión y sus discutibles decisiones. Y aparecen las asistencias y las jugadas imposibles.

Los dos últimos cuartos que ha protagonizado en esos partidos Heurtel han sido para enmarcar. Ante los rusos, aunque no sirvió a la postre de nada tras el lacerante arbitraje que condenó de manera definitiva las opciones de supervivencia baskonistas, firmó 17 puntos en esos diez minutos finales. En Fuenlabrada no llegó tan lejos, pero sí lo suficiente como para acabar con la brava resistencia del equipo madrileño. Heurtel anotó 13 puntos, repartió varias asistencias, ganó el partido y refrendó la impresión de que su papel debe ser precisamente ese, el de desatascador.

Queda por ver hasta dónde llega en la ACB este Laboral Kutxa con los bases de los que dispone. Será fundamental que Tabak consiga sacar el máximo jugo de Cook, pues parece destinado a asumir el peso principal de la dirección, pero al menos el croata ya sabe cómo puede hacer que Heurtel rinda. El francés se maneja mejor en un estado salvaje que sometido a las normas de la disciplina. Quedó claro en el Fernando Martín. En el segundo acto del encuentro, el propio Tabak tuvo que retirarlo a los pocos minutos de haberle dado entrada porque no dio una. Pero al final, cuando requirió de un valiente que saliera a la desesperada, el francés dio un paso al frente para sumar un triunfo valioso, por las dificultades que planteó el rival, y dejar claro cuál debe ser su papel en este equipo.