vitoria. Una empresa para titanes. Tras los sonrojantes varapalos encajados en el Universal Sports Hall y vista la abrumadora superioridad acreditada por el CSKA en los dos asaltos inaugurales del play off de cuartos de final, solo un ejercicio de fe casi mesiánico puede obrar la presencia del Caja Laboral en la Final Four de Londres del 10 al 12 de mayo. Si bien la serie se traslada ahora al Buesa Arena y el consabido calor del público vitoriano puede nivelar algo unas fuerzas muy desequilibradas, la tropa dirigida por Zan Tabak lo tiene todo en contra: su propia inestabilidad como colectivo, el inagotable potencial del coloso ruso e igualmente la inexistencia de un precedente milagroso a la hora de darle la vuelta a una eliminatoria que arrancó con un concluyente 2-0 a favor de uno de los equipos.
Nadie ha osado remontar un marcador tan adverso desde que la Euroliga decidió instaurar en la temporada 2008-09 un cruce previo para sellar el pasaporte hacia la reunión más elitista del Viejo Continente. De ahí la complejidad que entraña un reto mayúsculo para el que se requerirán, en primer lugar, toneladas de fe, despojarse los terribles complejos mostrados en territorio ruso y elevar la calidad de un baloncesto por momentos desconcertante. Analizando fríamente la situación, la idea de superar este escollo suena a ciencia ficción, aunque otra cosa bien diferente es la hipótesis factible de poner un broche de oro a la trayectoria continental forzando un cuarto combate que, al menos, serviría para quitar el mal sabor de boca.
De las doce eliminatorias continentales disputadas hasta la presente campaña bajo este formato, únicamente la mitad arrojaba en el cambio de escenario el mismo marcador que preside a estas alturas la confrontación entre rusos y alaveses. Y lo positivo del caso es que, producto posiblemente de la relajación del favorito y de la clásica reacción fruto de su orgullo herido por parte del conjunto que estaba abajo en el marcador, no siempre quedó resuelto en la tercera entrega el pase a la Final Four para quien dominaba por 2-0.
Si se produjera un descenso de la intensidad rusa, algo que está por ver dada la reputación del entrenador que rige sus destinos, el Baskonia no deberá desaprovechar la ocasión de propinarse una alegría. Al mismo tiempo, lo agradecerán las altas esferas del club con la posibilidad de recaudar una segunda taquilla en la jornada del viernes. Para que invada algo de optimismo entre una escéptica masa social, figura la curiosa circunstancia de que el CSKA ya ha desperdiciado algún match ball en el pasado cuando se encontraba en idéntica situación que en la actualidad.
Así le ocurrió en los ejercicios 2009-10 y 2011-12 cuando cayó en el tercer partido ante el Caja Laboral y el Bilbao Basket respectivamente, teniendo que aguardar al cuarto para rematar el trabajo. También le ocurrió lo mismo en la 2008-09 al Olympiacos en su cruce ante el Real Madrid, que evitó la eliminación por la vía rápida y se despidió en el cuarto. Por contra, hay tres casos en que cualquier atisbo de emoción se disipó enseguida y no hubo margen para el triunfo del honor por parte del equipo inmerso en una situación crítica. El propio CSKA ajustició al Partizan con un rotundo 3-0 en el curso 2008-09. El Olympiacos hizo lo propio al año siguiente con el endeble Prokom de, entre otros, David Logan, mientras que el Barcelona tampoco efectuó en la pasada edición continental ninguna concesión al Unics Kazan.
Las remontadas más meritorias en el play off de cuartos llevaron la firma del combinado catalán y del Panathinaikos, aunque en ambos casos fue con 1-2 en el marcador. En la campaña 2008-09, el Baskonia de Dusko Ivanovic no pudo acceder a la Final Four tras perder los dos últimos encuentros de la serie ante el ogro culé. Los griegos, por su parte, sellaron el año pasado idéntico propósito tras imponerse al Maccabi en el cuarto y quinto asaltos. En definitiva, clavos ardiendo a los que agarrarse para prolongar un fino hilo de vida que amenaza con romperse mañana mismo.