nadie dijo que fuera fácil. Más bien todo lo contrario. Desde que se supo que el Caja Laboral iba a disputar los cuartos de final de la Euroliga y de que el rival sería el todopoderoso CSKA se dio por hecho de que se partía en clara desventaja, pero todo el entorno baskonista, desde la directiva al último aficionado, confiaba en que el equipo diera la cara en cada uno de los duelos. El miércoles, sin embargo, no lo hizo. Hoy está obligado a hacerlo. Si pretende conservar alguna opción de clasificación para la Final Four de Londres, el ciclotímico plantel de Zan Tabak tendrá que elevar las prestaciones con respecto al miércoles. Y más en concreto algunos de sus referentes, tan por debajo de su nivel habitual en el evite que inauguró la serie.

Hombres como Maciej Lampe o Nemanja Bjelica, sobre los que descansaban tantas esperanzas, tendrán que mudar su actitud y dar un paso al frente en este segundo capítulo. Ni el poste polaco ni el alero serbio, brillantes en otras citas de alto voltaje a lo largo del curso, estuvieron a la altura. Se vinieron abajo con estrépito en cuanto las cosas se torcieron. Y el equipo lo acusó, porque los necesita.

Nemanja acabó convirtiéndose en una de las grandes decepciones del partido del miércoles. Tabak decidió al fin echar toda la carne en el asador, lo incluyó de inicio en el quinteto inicial y parecía llamado a hacer daño al CSKA con su movilidad y su amenaza en el lanzamiento exterior. Pero se desmoronó. Sus dos primeros lanzamientos exteriores (uno apenas rozó el aro y el otro ni siquiera lo tocó) reflejaron el nivel de ansiedad que lo atenazó en un partido que tenía muchas ganas de jugar.

Con Lampe sucedió tres cuartos de lo mismo. El talentoso interior polaco se vio arrollado por la potencia de Kaun y la calidad de Krstic, amén de por la tremenda pujanza interior del equipo ruso. Lo cierto es que tampoco encontró demasiada ayuda, ni en la intimidación ni en el rebote. Entre los dos Bjelica capturaron sólo uno. Un bagaje raquítico ante un oponente que saca mucho partido a las segundas oportunidades.

Esta tarde todo tiene que cambiar. Empezando por ellos dos. Si todo el mundo da por hecho que ganar al CSKA tres partidos de forma consecutiva se presenta casi como una misión imposible, hacerlo con un quinto en el Universal Sports Hall se antoja casi una quimera. Así que, aunque todo es posible, en la mente de Tabak y sus pupilos sigue instalada la idea de robar un triunfo en la capital rusa para poder aprovechar después el respaldo del Buesa Arena el miércoles y el viernes.

El CSKA es un equipo sobresaliente. Lo viene demostrando a lo largo de todo el curso y lo ratificó el miércoles. Pero también sufre pájaras, puede tener días flojos. Si uno de esos se combina con un Baskonia en su pleno potencial, con sus pilares en plenas condiciones, no es tan descabellado soñar con el 1-1.