la escena transcurre en los intestinos del Buesa Arena, pocos minutos después de que jugadores y aficionados celebraran la clasificación matemática del Caja Laboral para los cuartos de la Euroliga. Maciej Lampe, ya duchado, aparece en zona mixta y se aproxima a los micros de los periodistas. No le dan miedo. Al contrario. El polaco jamás tiene problema en atender a la prensa. Y suele hacerlo sin pelos en la lengua, sin ánimo de recurrir a los tópicos que trufan las declaraciones de otros deportistas. "¿Qué hay que hacer para que juegues así todos los partidos?", le pregunta Roberto Arrillaga, de la Cope. "Criticarme en la prensa como se me criticó después del partido de Málaga", apostilla el pívot baskonista.

Lampe realizaba estas declaraciones justo después de haber maravillado al baskonismo con una exhibición de talento y carácter que acabó por hundir al Montepaschi. Sus 27 puntos, 9 rebotes y 30 de valoración resultaron una losa para los interiores del cuadro toscano. Y también para una gran parte de la grada, que mantiene una relación complicada, mezcla de amor y de odio, con un jugador capaz de cambiar el rumbo de los partidos. O al menos de los partidos que él quiere. Su juego de pies, su calidad en el poste bajo y su facilidad para anotar de fuera lo convierten en uno de los postes más determinantes del continente.

Lampe es un bailarín selectivo. Se ha ganado a pulso las críticas que cierto sector de la hinchada azulgrana le dedica por su capacidad para desconectar en determinados compromisos. Pero en los importantes, cuando hay que dar la cara, el polaco nunca se esconde.

En Málaga, como la mayor parte del plantel vitoriano, tuvo una actuación discreta. Y recibió por ello las críticas a las que hacía alusión. Pero, ¿a quién le importaba en realidad lo que sucediera con un partido de la fase regular de ACB con lo que había en juego en la Euroliga? A Lampe, al parecer, no demasiado. Tenía su mente donde debía tenerla. Y rindió como exigía la situación, como ha hecho en las citas en las que se decidía el destino continental del Baskonia. En los tres últimos partidos del Top 16, de hecho, ha promediado 23 puntos, y sólo en un duelo de esta segunda fase de la Euroliga se ha quedado por debajo de la decena.

Aun así, quiere más. Resulta difícil saber qué hará esta tarde ante el Blancos de Rueda, pero no existe duda sobre cómo se comportará ante el CSKA. "Estamos en una buena racha. El equipo está a tope y ya pensábamos que nos iba a tocar el CSKA, así que esperamos ganar un partido allí", asegura. "Creo que podemos ganarles. No es un equipo como el que era en años pasados. Es un equipo nuevo, como el nuestro, y si jugamos como contra el Montepaschi, tendremos posibilidades de meternos en la Final Four", avisa.