vitoria. Ayer se produjo una rebelión en el Buesa Arena. Los tapados, los secundarios, los jugadores que habitualmente conceden refresco a las grandes estrellas, se soltaron el corsé para darse un baño de confianza ante un rival entregado. El Caja Laboral sumó su sexta victoria en el Top 16. Tenía que ganar y lo hizo. Pero no se quedó ahí. Aprovechó la oportunidad que le brindó un pésimo Fenerbahce para infligirle un severo pero merecido correctivo y de paso engordar un average general que, tal y como se están poniendo las cosas, puede resultar fundamental de cara a resolver empates para obtener el pase a cuartos.
Liderado por un colosal Tibor Pleiss, con un Causeur avispado y ambicioso y un Jelinek que se estrenó en la Euroliga con una actuación reivindicativa y convincente, el cuadro baskonista pasó por encima de un rival que ni estuvo ni quiso estar. El equipo de Tabak se dio un festín. Supo sacar tajada de la situación para lucirse ante el público que se reunió en las gradas del coliseo de Zurbano, demasiado frío para lo mucho que había en juego.
Por la placidez del choque y el escaso ambiente que se respiraba ayer en el Buesa Arena, al espectador despistado le habría podido incluso costar entender que el Caja Laboral se estaba jugando su pase a los cuartos de final de la Euroliga. Pero era lo que estaba haciendo, y lo que seguirá haciendo, puesto que este triunfo, en apariencia barato, le concede todo el crédito del mundo con vistas a los tres complicados últimos duelos, los dos siguientes además lejos del abrigo de su hinchada, que aún quedan por delante.
El encuentro ante los turcos acabó pronto por convertirse en un entrenamiento con público. Tabak se permitió el lujo de realizar experimentos y varió por completo el quinteto inicial. Pleiss, Nemanja y Cook ocuparon las plazas que habitualmente ostentan Lampe, Milko y Heurtel. La apuesta resultó ganadora. El técnico croata consiguió que el hambre de los secundarios saliera a relucir en un envite en el que, a tenor de la abulia con la que se desenvolvía el oponente, lo más fácil habría sido contagiarse.
El conjunto vitoriano no lo hizo. Sin excesivo brillo, aunque sobrado de intensidad, la solidez de Pleiss y la energía de los exteriores, sobre todo Causeur, permitieron sentar las bases sobre las que se edificaría una victoria fundamental ante un rival que por momentos llegó incluso a dar entre pena y vergüenza.
El Fenerbahce confirmó en Vitoria las pésimas sensaciones que venía arrojando desde que arrancó el curso. Cuesta creer que un equipo que cuenta con ese elenco de grandes jugadores despliegue un baloncesto tan pobre, desganado y carente de alma. Tan sólo Savas, un cinco rocoso y con oficio, planteó algunos problemas a la defensa azulgrana. El fornido poste turco, difícil de parar con la posición ganada, mantuvo un duelo precioso con Pleiss y sacó del partido a Lampe, que cometió tres faltas en la primera mitad y apenas tuvo incidencia en el juego.
El segundo cuarto acabó por dinamitar el choque. Apoyado en el dominio del rebote que garantizaba Pleiss y en una defensa activa y solidaria, el equipo azulgrana pudo correr y amasar una ventaja que ya se antojaba definitiva. Los 24 puntos que separaban a ambos conjuntos cuando se llegó al descanso, con un triple espectacular de Jelinek desde el centro del campo, ya aventuraban una segunda mitad que iba a ser poco menos que un trámite.
Así fue. A pesar de la lógica relajación local, cortada por los ramalazos de rabia del Chapu Nocioni, y del tímido ramalazo de orgullo del Fenerbahce, todo estaba ya visto para sentencia. El Baskonia, que llegó a alcanzar los 30 puntos de renta, había asegurado una victoria vital y que a punto estuvo de situarle entre los cuatro mejores del grupo antes de afrontar las tres últimas jornadas.
Tan sólo la ajustada victoria de Olympiacos en la pista de un Montepaschi que se ha complicado mucho la vida y puede convertirse en el rival a batir privó al baskonismo de celebrar una fiesta completa. Tabak, que no acabó del todo satisfecho por la relajación final, pudo al menos felicitarse porque sumó a más voluntarios a la causa. Los secundarios dieron la cara. El Baskonia crece en número antes de las batallas definitivas.