ENTRE ellos se forjó una entrañable amistad cuando defendían los colores de la Jugoplastika, uno de los equipos más emblemáticos y míticos de la historia del baloncesto que gobernó con puño de hierro el Viejo Continente entre 1989 y 1991 dejando sistemáticamente con la miel en los labios al Barcelona. Zan Tabak y Zoran Savic estuvieron aquellos años eclipsados por los célebres Tony Kukoc, Dino Radja, Dusko Ivanovic o Velimir Perasovic, pero su labor saliendo desde el banquillo era tan eficaz, incansable e impagable que Boza Maljkovic no dudaba en recurrir a ambos interiores durante muchos minutos para oxigenar a las estrellas. Tras esa época dorada donde vivieron en un pedestal, ambos emprendieron caminos diferentes. El croata emigró a Italia; su compatriota, a Barcelona. Mientras el ahora entrenador baskonista daría lustre a su carrera haciendo sus pinitos en la NBA, Savic decidió retirarse antes como antesala del comienzo de su carrera en los despachos para ejercer como agente de jugadores. Años después, todavía se profesan una admiración mutua y revelan algunos secretos de aquella convivencia a lo largo de dos años en Split (Croacia) en la que los lazos se estrecharon sobremanera.
"En el primer año, no estábamos juntos siempre porque recuerdo que él estaba haciendo la mili", evoca dos décadas después quien fuera secretario técnico del Barcelona y ahora director de la empresa Invictus Sports Group, que, entre otros, representa a Milan Macvan, Xavi Pascual o Sito Alonso. Los días se hacían eternos para un Tabak que, ataviado con la corbata en el banquillo, exige a sus jugadores la misma disciplina castrense que él se autoimpuso para triunfar en la vida. "Es una persona entrañable. Pasaba mucho tiempo en su casa, conozco a su familia y sus padres. Es una persona diez, sabe a la perfección lo que quiere y lo que no, tiene hambre y eso es lo más importante para que le vaya bien en la vida", ensalza Savic del joven preparador que ha cambiado la pésima inercia en la que se encontraba sumido el Caja Laboral.
Los triunfos nunca llegan en la vida por casualidad, suelen ser fruto de un denodado esfuerzo y, en este sentido, quienes conocen al hombre encargado de pilotar la nave azulgrana dibujan a un profesional de los pies a la cabeza, con la humildad como bandera y empeñado en progresar día a día en un club donde su predecesor ha dejado muy alto el pabellón. "Es una persona que tiene las ideas claras y sabe lo que quiere, es muy tranquilo. Como jugador, ha militado en equipos de gran nivel, sabe lo que es la presión y lo que necesitan sus equipos más para ganar. Está sobradamente preparado para ejercer su trabajo", analiza uno de sus antiguos compañeros de vestuario, que sigue a pie de pista esta Copa del Rey sentado a escasos metros de Zeljko Obradovic.
A la sombra de Joan Plaza, Tabak comenzó a adquirir en Sevilla el rodaje imprescindible para foguearse en el difícil mundo de los banquillos, convertidos a menudo en una hoguera o una silla eléctrica donde puede quemarse hasta el más avezado. Huérfano de la veteranía de otras viejas glorias balcánicas pero con la ilusión del novato que desea comerse el mundo como perfecto contrapunto, al técnico croata le aguarda todavía un largo trayecto para asentarse como una referencia predestinada a marcar época.
Sin embargo, en poco más de mes y medio se ha ganado el respeto de la ACB con una óptima trayectoria y esta Copa, en caso de ganarla, puede suponer el espaldarazo definitivo para su consagración. A juicio de Savic, "él ve el baloncesto de una manera positiva y también aprecia las cosas donde el equipo puede mejorar. Una de las formas para poder ganar algo es trabajar más que el resto y él lo tiene interiorizado. Esta filosofía casa con lo que quiere el Baskonia y ya le ha dado éxitos al club en el pasado". Sin mencionarlo, se refiere lógicamenta a Dusko Ivanovic.