Vitoria. DURANTE veinte minutos angustiosos, la incertidumbre se apoderó de un Buesa Arena temeroso ante la gélida imagen de un Baskonia laxo, impreciso y con numerosas vías de agua para conceder tiros cómodos al CAI. Sin embargo, el intento de rebelión a cargo del modesto maño no pasó a mayores en cuanto la tropa de Zan Tabak se liberó en el periodo para la reflexión, subió líneas y prendió la mecha defensiva con un devastador despliegue físico que estranguló los tímidos avances visitantes hacia el aro.
Fueron diez minutos primorosos de una implacable intensidad que acogotó a un rival que, hasta ese momento, había gozado de una alfombra roja para anotar desde todas las posiciones. El peaje de las faltas se dejó sentir con las tempraneras cuarta y tercera de Milko Bjelica y Nocioni respectivamente, pero el Caja Laboral adquirió semejante índice de agresividad que le brindó a renglón seguido toda la confianza del mundo en ataque para finiquitar por la vía rápida el segundo cruce correspondiente a los cuartos de final.
Gracias a un concluyente parcial de 29-13, el billete para la semifinal quedó rubricado con menos apuros de los esperados a tenor de los peligroso derroteros por los que había discurrido el pulso. El CAI halló como único resquicio el argumento del tiro libre a la hora de sumar con cuentagotas. La superioridad física de los alaveses, que aumentaron sobremanera los contactos, redujo el interés del choque a la mínima expresión. Las suspensiones mañas se vieron intimidadas a la perfección, la movilidad de los exteriores baskonistas impidió penetraciones en medio de un bosque de brazos tensos y, por ende, los estiletes de José Luis Abós se mostraron impotentes para igualar su excelso caudal de la primera parte.
Aguilar, Norel y Rudez, unas pesadillas en los dos cuartos iniciales, pasaron esta vez desapercibidos ante la faena de acoso y derribo de un Caja Laboral que fue rotando sus piezas con maestría para mantener un ritmo insoportable que mantuviera a raya al CAI. El combinado vitoriano entró rápidamente en el bonus al acumular con celeridad su cuarta personal tanto en el tercer como en el cuarto periodo. Sin embargo, ello no redundó en ningún perjuicio para los intereses de un anfitrión que ya ha interiorizado que la conquista de la séptima Copa únicamente pasa por utilizar las pinturas de guerra, colocarse el buzo azul y trabajar a destajo con el pico y la pala hasta que las fuerzas escaseen.
Con un plantel más limitado en cuanto a talento que en campañas anteriores, el actual Baskonia debe nutrirse del trabajo estajanovista de cada uno de sus gladiadores. Y así se encarga de repetirlo Tabak hasta la saciedad para inculcar esa granítica mentalidad al colectivo y abrir los ojos a todo el mundo. Si hubo un integrante local que contagió su garra al resto y metió a un adormecido público en el partido, ése no fue otro que Nocioni. El Chapu insufló esa briosa fuerza que únicamente alguien de su estirpe es capaz de hacer por todo lo que ha vivido a lo largo de su carrera. El argentino disputa cada partido como si fuera el último y con tipos como él se puede ir al fin del mundo.
Con la confianza de sentirse indestructible atrás, la fluidez ofensiva llegó casi por sí sola. El incesante carrusel de aciertos desde el perímetro hizo el resto. Los triples de Heurtel, Causeur y del propio argentino destrozaron la resistencia maña. En definitiva, una inyección de moral antes de afrontar el gran ochomil culé que será una película muy diferente. Con este grado de dureza, al menos, todo es posible,