Vitoria. En apenas dos semanas, el tiempo que ha transcurrido desde que se quebró su inmaculada racha de victorias consecutivas, todo el mundo parece haberse olvidado del Caja Laboral. A pesar de que se juega en el Buesa Arena, nadie le concede espacio en los pronósticos. Igual da que se esté hablando de la Copa del Rey, un torneo que mantiene un idilio histórico con este club. Todas las miradas vuelven a centrarse en los dos grandes. Y eso, por un lado, duele pero también espolea al equipo que, a pesar de esos dos lunares, alcanza la cita como el equipo que arrastra una mejor dinámica en la ACB.

El Caja Laboral encadena ya una docena de triunfos consecutivos en la competición doméstica, pero se presenta en la Copa, en su Copa, con unas dudas que se han contagiado a la grada. Zan Tabak lo ha reconocido abiertamente: "No llegamos en nuestro mejor momento", dijo el técnico croata justo después de que sus hombres se impusieran al Valencia Basket, otro de los invitados al festín copero que arranca esta tarde en el coliseo de Zurbano. Fue la decimonovena victoria en los veintidós partidos disputados tras el relevo en el banquillo. Pero esas cifras no bastan para ocultar una realidad evidente a los ojos de Tabak. "El Real Madrid no es favorito para la Copa, sino para todos los títulos, también ACB y Euroliga", añadió el técnico croata el martes. En esas declaraciones se puede leer entre líneas. El Baskonia, que sin duda llega a esta competición un punto por debajo de sus dos grandes rivales, quiere vestirse la piel de cordero y afrontar su destino a la vieja usanza.

El equipo azulgrana quiere volver a mostrarse como la fiera agazapada que tantos disgustos regaló a los poderosos en los tiempos en los que aún podía actuar de tapado. Pero en el vestuario hay fe. Mucha más confianza en las propias posibilidades de lo que de puertas para afuera se quiere dar a entender.

"Somos favoritos", aseguraba anteayer Nocioni. "Jugamos en casa. Me parece que Madrid y Barcelona están un punto por encima, pero eso no quiere decir que no podamos ganarles. Vamos a dar mucha guerra sobre la cancha", advirtió el alero argentino.

"Hemos perdido dos partidos de ¿cuántos? ¿22? Creo que estamos bastante bien, ¿no?", añadía Maciej Lampe, uno de los jugadores en mejor forma del equipo vitoriano. "Espero ganar. Creo que todos nosotros pensamos así. Jugamos en casa y queremos devolver la Copa a Vitoria. Estoy seguro de que nuestra afición nos ayudará", añadía el polaco, sin duda la pieza del puzzle azulgrana que más se ha beneficiado tras el cambio de técnico.

Lampe, uno de los interiores más decisivos del continente, cree que una vez más el apoyo del público baskonista resultará determinante. "Con una afición como la que tenemos nosotros vamos a tener una ventaja", aseguraba sin querer hacer demasiadas cábalas sobre lo que puede pasar en semifinales. Lo primero, a su juicio, es pasar un primer partido en el que Tabak aún no sabe si podrá contar con Fernando San Emeterio, que será duda hasta el último minuto para el choque ante un CAI que ya ha demostrado esta temporada que tiene mimbres para plantear problemas e incluso ganar a este Baskonia.

"Hay que tener mucho respeto al rival. Van a venir sin presión y de dejarán la vida por ganarnos", aseveraba Lampe. "Lo importante es ganar. Jugando bien o mal, eso no importa", adhería Nocioni, único superviviente del equipo que se apuntó el título en la edición de la Copa disputada hace once años, en 2002, también en el Buesa.

Entonces, como ahora, las quinielas beneficiaban a otros rivales, a los poderosos. La fiera aguarda su momento. Agazapada. Oculta entre el calor de su afición, que puede y debe volver a ser decisiva.