Vitoria. El baskonismo vive pendiente del reloj. Las manecillas no avanzan, sino que retroceden. A poco más de dos días del arranque de la Copa del Rey del Buesa Arena, todas las miradas se centran en el estado de salud de uno de los grandes puntales de la plantilla azulgrana. Fernando San Emeterio aún no sabe si podrá o no tomar parte en el encuentro de cuartos de final frente al CAI Zaragoza. La cuenta atrás prosigue imparable mientras la afición, la directiva, los técnicos, los jugadores y los galenos del Baskonia aguardan una confirmación oficial que incluso es posible que no llegue a tiempo.

El alero cántabro sufre una distensión en los isquiotibiales. Los primeros exámenes médicos a los que fue sometido ayer descartaban la rotura fibrilar, expresión maldita, que se pensó en inicio que podía padecer. Sin embargo, este cambio de diagnóstico tampoco garantiza nada. San Emeterio abandonó el domingo el Buesa Arena cojeando ostensiblemente. Y no existen garantías de que pueda reponerse a tiempo para tomar parte en una cita en la que su concurso se antoja fundamental para los intereses del combinado gasteiztarra.

El santo es el santo. Eso está claro. Y ya sólo por ello resulta obvio que el Caja Laboral acusaría en cualquier caso su ausencia. Pero las circunstancias especiales en las que se presenta al torneo copero, justo después de un traspaso que ha diezmado el número de efectivos al menos hasta que el último refuerzo azulgrana entre en dinámica, han provocado que se enciendan las alarmas ante la posible ausencia del alero internacional a las puertas de una cita que la afición vitoriana aguarda con gran expectación y toneladas de esperanza.

San Emeterio, que ya en los últimos partidos había mostrado síntomas de cierto cansancio, se produjo la lesión en el transcurso del choque del domingo ante el Valencia Basket. El jugador que más minutos ha acumulado a lo largo de la presente temporada en las filas baskonistas se retiró de la cancha en el segundo cuarto de un partido que supuso la duodécima victoria consecutiva en la Liga Endesa. La preocupación se esparció por el pabellón de inmediato.

El propio jugador manifestó al término del encuentro que no sentía que fuera nada grave, pero prefería proceder con prudencia y aguardar al diagnóstico médico. Su llegada, aunque en cierto modo tranquilizadora, sigue sin sofocar las dudas. San Emeterio es un jugador muy importante y una distensión pasa por ser una dolencia con un único camino hacia la recuperación: el reposo absoluto.

En teoría, una lesión de esta índole debe provocar un periodo de baja que jamás baja de los diez días, pero los servicios médicos del plantel azulgrana trabajan a destajo para tratar de acelerar el proceso. No en vano, existe la posibilidad incluso de poder jugar con cierto dolor, aunque eso podría ir en perjuicio tanto del jugador como del equipo, toda vez que puede incluso provocar que a la larga la lesión se agrave.

El baskonismo cuenta los minutos, las horas, los días. Y se encomienda a su santo predilecto. Tras haber superado los graves problemas que asediaron al colectivo vitoriano a comienzos de temporada y que llegaron incluso a provocar la destitución de un icono del club como Dusko Ivanovic, todo el mundo esperaba la Copa como el momento perfecto para certificar la milagrosa resurrección que se había experimentado con la llegada de Tabak. Con San Emeterio, la empresa parece más sencilla. Sin él, en todo caso, tampoco sería imposible.