La casi inmaculada trayectoria del Caja Laboral desde la llegada de Zan Tabak al banquillo no debe bajo ningún concepto esconder las carencias estructurales de una plantilla muy mejorable que mantiene especialmente en la dirección de juego a uno de sus principales agujeros. Y, por si restaban dudas, el trepidante derbi de ayer se encargó de corroborar las terribles lagunas de Thomas Heurtel para conducir el timón del equipo en los momentos de máxima tensión. Ni siquiera las siete victorias consecutivas enlazadas por los alaveses entre ACB y Euroliga alteran ni un ápice esa sensación de inestabilidad en un puesto crítico donde no se puede titubear para asaltar los títulos.
La presencia de Heurtel en esos minutos de la verdad implica jugar con fuego y tentar a la suerte. Esa inseguridad se concreta en tiros precipitados, la búsqueda de acciones imposibles por la línea de fondo y, en definitiva, pérdidas ingenuas inherentes a un recién iniciado en la materia. Si el base galo está bendecido ante el aro rival, como sucedió en el Abdi Ipekçi ante el Efes en su actuación más rutilante como azulgrana, su terrible falta de liderazgo puede sobrellevarse a duras penas y quedar enmascarada. En cambio, si se convierte en un manojo de nervios y no da una a derechas -lo que ocurrió ante los hombres de negro-, el Baskonia se sumerge en el caos y una desorientación preocupante.
Zan Tabak le ha concedido la indiscutible vitola de base titular desde que lleva los designios de la nave alavesa y, a diferencia de Ivanovic, no duda en mantener su confianza en él si comete varios errores encadenados. Sin embargo, el preparador croata asumió esta vez unos riesgos desmedidos al evitar relegarle al banquillo dentro del último cuarto en plena remontada del Bilbao Basket. Ante la terca evidencia de que la victoria peligraba, en medio de una cascada de ataques espesos y sin sentido, únicamente apostó por Cabezas a falta de dos minutos para el epílogo. Pese a su excesivo manoseo del balón y su juego de bajas revoluciones, el cerebral timonel marbellí exhibe unas tablas de las que, de momento, adolece su bisoño compañero.
Y es que Heurtel regresó a las andadas en una matinal que retrató su falta de madurez y liderazgo para dotar de estabilidad a una posición muy controvertida desde la inesperada marcha de Prigioni a los Knicks. Rochestie ha quedado relegado al ostracismo y su futuro se tiñe de sombras ahora que se acaba de sellar el billete para el Top 16. Cabezas es un veterano con numerosas cicatrices en el cuerpo que no deja de una buena alternativa con el choque ya iniciado y para tramos muy puntuales que requieren de pausa y tranquilidad para gobernar las situación. El problema -y el club es consciente de ello- reside en que otorgar las llaves del equipo al francés para los importantes desafíos del futuro implica jugar a la ruleta rusa. Una moneda al aire con más visos de salir cruz que cara. De ahí que el rastreo del mercado en busca de un base-escolta de calidad sea permanente en los últimos tiempos.
Los problemas de Heurtel no se ciñen exclusivamente al escaso criterio con que maneja, por ejemplo, la zona de ajustes que planteó Fotis Katsikaris en los minutos finales. En defensa, otro aspecto del juego donde deberá efectuar muchos progresos, padece lo que no está en los escritos para superar los bloqueos y consiente sistemáticamente las penetraciones de sus pares. Ello también quedó patente ayer siempre que le encaraba un viejo zorro como Zisis, cuyo fuerte no es precisamente su punta de velocidad.