Iba camino el Caja Laboral de rubricar otro esperpento hasta que apareció por arte y magia Monsieur Fabien. Perfectamente secundado por el solvente trabajo de fontanería de un Tibor Pleiss convertido en un coloso bajo los tableros y la intachable implicación de otros elementos como Cabezas, San Emeterio y Nocioni, Causeur revolucionó un partido que tenía muy mala pinta. El héroe baskonista cogió el relevo a un Oleson muy desacertado y se bastó por sí solo para dinamitar la tranquilidad del Valencia, incapaz de reducir el inmenso manantial ofensivo del hombre reclutado este verano por Josean Querejeta para erigirse en el killer que tanto se viene echando de menos en los últimos tiempos.

Poco a poco, sin hacer excesivo ruido, Causeur comenzó a sentirse a gusto en La Fonteta hasta completar un repertorio espectacular que rescató a un desquiciado Caja Laboral de las catacumbas. Con esa zurda prodigiosa que maneja a la perfección, sobre todo para penetrar hacia su lado fuerte, el dos nacido en Brest emergió de manera providencial para sofocar el nítido dominio taronja. Emulando las veladas más gloriosas de Laurent Foirest, otro elegante jugador galo que destapó en su día el tarro de las esencias en el Fernando Buesa Arena y con quien guarda un cierto parecido a la hora de desenvolverse sobre la pista, explotó su talento en varias acciones que metieron a los alaveses en la pelea. Pese a que Perasovic le colocó varios perros de presa, entre ellos un Pau Ribas acostumbrado en la capital alavesa a desempeñar ese rol tan ingrato, ningún exterior local halló un antídoto de peso para frenar su imparable ascensión en un choque, por si fuera poco, coronado con el vital triple de la victoria.

Ivanovic le proporcionó un merecido descanso mediado el último cuarto para que recobrara las fuerzas tras un descomunal esfuerzo en los dos aros. El montenegrino apostó nuevamente por el francés a poco más de un minuto para la conclusión en una decisión cuando menos arriesgada al entrar en sustitución de Rochestie. Sin un base puro sobre la cancha, Causeur se convirtió en el improvisado timonel ante el estupor de todo el personal. Sin embargo, no se arredró. La gloria le estaba reservada a un jugador tocado por una varita mágica en la Fuente de San Luis. Con 75-75 en el marcador, en un momento donde suele quemar el balón a la mayoría y cuando la penúltima posesión de balón del partido ya se consumía, se levantó majestuoso para anotar una suspensión desde más de siete metros que cercenó las opciones levantinas y convirtió el recinto local en un velatorio. Más tarde llegaría otro tiro libre que vino a premiar la que ha sido, de largo, su mejor actuación como azulgrana.

Al final de los cuarenta minutos, Causeur fue el segundo baskonista más valorado con 23 puntos. Además de firmar unos óptimos porcentajes de campo -8 de 12-, capturó dos rebotes, dio una asistencia, recuperó tres balones y forzó seis faltas en 23 minutos que le permitieron acudir a la línea con asiduidad. Un baño de confianza, en definitiva, para un escolta que se había mostrado demasiado intermitente hasta la fecha, pero se desquitó ayer a lo grande con una sobresaliente exhibición que hace soñar al baskonismo ahora que la sombra de Macijauskas o Rakocevic es aún bastante alargada.