Buscando la transición siempre que se pueda, con vía libre para realizar tiros claros pese a que no se haya consumido apenas la posesión, jugando con hombres bajos pero rápidos. El decálogo impuesto por Pablo Laso en el Real Madrid dista mucho de ser flor de un día. Su exitosa campaña anterior -en la que se le escapó la Liga en el último suspiro, se hizo con la Copa del Rey en el Palau y firmó una digna actuación en Euroliga- ha contribuido de manera notoria a que otros equipos sigan este trazado. El Baskonia, sin ir más lejos.

Pese a que el éxito de una propuesta pueda animar a otros a emplearla, lo cierto es que no parece este el caso de Dusko Ivanovic. El técnico ha demostrado en sus diez campañas en Vitoria saber adaptarse a un baloncesto más sosegado o al más vertiginoso que ahora predica y no parece un tipo que se deje llevar por influencias externas. La razón de esta adaptabilidad ha residido y reside en este año en que la propuesta se antoja similar, en el aprovechamiento de una plantilla de características adecuadas para ello. La ausencia de un juego interior fornido y, en consecuencia, la agilidad de éste, es el complemento perfecto para una batería exterior escasa de centímetros pero excelsa en velocidad. El trío de directores contribuye, asimismo, a este juego veloz que, como acostumbra a hacer el propio Laso, presentará sobre la cancha a dos de sus representantes en más de una ocasión. Ya lo ha hecho sólo con la presencia de Heurtel y Cabezas.

Esta receta convirtió al Real Madrid, el pasado año, en el máximo anotador de la Liga ACB. 83,20 puntos logró de media el equipo de Concha Espina, que se alejó considerablemente del segundo en este ranking, el sorprendente Lagun Aro de Sito Alonso que llegó a los 78,35. Pues bien, los pupilos de Laso no se han planteado levantar el pie del acelerador y este curso firman unos portentosos 91,75 tantos cada vez que pisan la cancha.

Este incremento en la estadística que define al nuevo Real Madrid concebido por Pablo Laso tiene su reflejo, evidentemente, en una plantilla que acoge a cinco jugadores que exceden los diez puntos de media. Este es el mayor peligro de los blancos, que tienen muchos. Este Madrid amenaza desde el exterior y desde la pintura, más de lo primero, y cuenta con un Mirotic pletórico que ha arrancado el curso con 16,5 puntos de media. Llull y Rudy Fernández le siguen con 12. Un incombustible Felipe Reyes es el cuarto en discordia con 11,3 en una clasificación que cierra Jayce Carroll merced a la decena de tantos que promedia.

Todo ello ha hecho posible que el Madrid supere muchos de los registros recientes aunque todo esto es relativo, ya que habría que contar con mantener esta anotación hasta el final de la temporada. Hasta esta cuarta jornada, dentro del propio Madrid, hay que irse hasta el curso 1997-98 para encontrar unos registros superiores: 96,25. En aquella época Laso comandaba la nave merengue desde el parqué y Miguel Ángel Martín, tras un largo periplo en el Estudiantes, dirigía al equipo.

Sin embargo, si buscamos un referente a temporada completa (desde la 1997-98, último curso documentado por la ACB) encontramos al Baskonia de Dusko Ivanovic de la campaña 2004-05 como máximo anotador con unos increíbles 91,35 puntos de media y superando los 3.000 en total. 3.106 para ser exactos. Tras él, con 3.068 y 90,68 de promedia se encuentra un Festina Joventut que acabó cuarto en la fase regular -el resto de referencias fueron líderes-. El Barcelona de la 2000-01 (89,85), de nuevo el Baskonia de la 2008-09 (89,85) y otra vez el Joventut de la 2007-08 (87,64), que acabó segundo, ocupan las primeras plazas de esta lista.