Vitoria. La Euroliga regresa esta noche al Fernando Buesa Arena. El Caja Laboral, que cayó con honor en la jornada inaugural ante el vigente campeón, se estrena en su feudo con la obligación de sumar una victoria que ahorre angustias postreras. No hay medias tintas que valgan. Y menos aún con la cruda y dolorosa experiencia reciente de la eliminación a las primeras de cambio. El nuevo proyecto del conjunto azulgrana debuta en su feudo con la intención de enmendar los errores que lo condenaron al oprobio el pasado año. Emprende una ruta que, como mínimo, debe conducirle al Top 16, al lugar al que pertenece por méritos propios. Inicia un camino hacia la redención en el que el primer obstáculo es un equipo que se ha reforzado mucho para recobrar también cierta parte de la cuota de gloria perdida.

El Zalgiris de Joan Plaza es más Zalgiris, más equipo histórico, de lo que fueron sus últimas versiones, desposeídas de la grandeza de un club que en Lituania lo es todo. Más allá de que algunas de sus piezas aparezcan algo oxidadas, con demasiados kilómetros a sus espaldas, y de que otras pequen por el contrario de una excesiva ternura competitiva, el conjunto báltico que esta noche visita Vitoria dispone de argumentos como para pelear por una de las cuatro primeras plazas del grupo más duro de la competición. En la jornada inaugural barrió sin contemplaciones al Cedevita de Boza Maljkovic (90-62). El duelo, no conviene engañarse, conlleva muchos riesgos para un Baskonia que no puede permitirse el lujo de situarse con un 0-2 en la clasificación a las primeras de cambio. De ahí la insoportable incoherencia de colgarle la etiqueta de crucial a un partido que en realidad no debería serlo, pues queda mucho margen para rectificar cualquier accidente.

Carlos Cabezas lo advertía esta misma semana. "Los partidos de Vitoria van a ser claves", exponía el timonel marbellí, consciente de las dificultades con las que se encontrará el Caja Laboral para robar victorias a domicilio en un lote tan complicado como el que le ha tocado en suerte. El Buesa Arena, por tanto, debe recuperar esa condición de feudo inexpugnable que sobre todo estas dos últimas campañas parece haber perdido.

Ivanovic dispondrá para el encuentro de esta tarde de las mismas piezas con las que afrontó el duelo del CID el pasado sábado. Con Pleiss y Rochestie todavía en la enfermería, y Milko Bjelica muy lejos de asumir el ritmo de competición necesario para erigirse en una pieza importante, el técnico montenegrino deberá volver a apoyar su estrategia en los pilares que hasta la fecha han sostenido al equipo. La mayor amenaza volverá a residir en la pintura. Maciej Lampe, termómetro del equipo vitoriano, deberá multiplicarse y cuidarse ante las faltas para ofrecer réplica a un rival que luce muchos centímetros y músculo en su batería interior. Los gemelos Lavrinovic y el norteamericano Jeff Foote aportan mucha consistencia a un equipo que no podrá contar con la intensidad granítica del veterano Robertas Javtokas, lesionado.

El exjugador, entre otros, de Khimki o Valencia Basket, compone junto a Klimavicius el parte de bajas de un Zalgiris cuya ausencia más notable será la de un jugador que ya no está en nómina. Joan Plaza se ha encontrado con una desagradable sorpresa de última hora. Vladimir Romanov, el excéntrico propietario del club, ha tenido tiempo en las últimas semanas, en las que se presentó sin éxito a las elecciones a la presidencia de Lituania, para traspasar al Lokomotiv Kuban a Mantas Kalnietis, una de las grandes referencias del Zalgiris y de la selección báltica. Su puesto en el plantel lo ocupa el eléctrico Ibrahim Jaaber, a quien la afición baskonista ya conoce bien de su paso por la Lottomatica que fue rival europeo del Caja Laboral hace dos temporadas. En cualquier caso, y pese a los inconvenientes a los que pueda tener que hacer frente Plaza, el Zalgiris se presenta en el Buesa con un plantel muy sólido, con jugadores de gran experiencia en la competición, como Kaukenas, Jankunas o Marko Popovic, y con una idea clara de tratar de obtener un triunfo en una cancha que en la que ya sabe lo que es ganar recientemente. Hace dos años, sin ir más lejos, Mirza Begic le sacó los colores a Stanko Barac y firmó sobre el parqué vitoriano uno de los partidos de su vida. El combinado báltico se llevó una victoria (88-92) que comprometió hasta la última jornada de la primera fase el pase.

Esa experiencia, unida a las del pasado reciente, aconsejan evitar los excesos de confianza. Ivanovic es consciente. Y ha aprovechado una semana mucho menos traumática que la anterior para continuar exprimiendo a un plantel del que sabe que todavía puede sacar mucho más. La ruta quedó marcada el sábado en Las Palmas. Este Baskonia brilla más cuando corre que cuando anda, pero para correr resulta obligatorio ajustarse los machos en defensa y controlar el rebote. Ahí estará uno de los principales retos del partido. Ante un rival con peso y centímetros, jugadores como Nocioni, San Emeterio o Nemanja Bjelica deberán ofrecer su faceta más destajista en canasta propia. Si el cuadro azulgrana minimiza los daños en los alrededores de su canasta, podrá fiar la suerte del choque a su descomunal y variada pegada. Sería una manera idónea de guiar su rumbo por la vereda de baldosas amarillas. Por el camino que conduce a la redención continental.