Las Palmas. La oruga ya es mariposa. O al menos comienza a mostrar el principio de lo que se adivinan como unas alas de vivo color. El adolescente Caja Laboral que tan buenas sensaciones y escasos resultados había ofrecido hasta la fecha sumó en el Centro Insular de Deportes de Las Palmas su primera victoria a domicilio con una actuación que viene a corroborar la impresión de que poco o nada tiene que ver este proyecto con el que naufragó con estrépito el pasado curso. El equipo de Dusko Ivanovic, solvente y autoritario como en sus mejores tiempos, resolvió con holgura la visita a una de las canchas más complicadas de la Liga Endesa y lo hizo, además, tras avasallar a un plantel que se ha reforzado muy bien y que no concederá demasiados regalos en sus dominios.

El Baskonia dio un paso adelante muy importante en su visita a La Roca. Se olvidó del cansancio acumulado tras el maratoniano cúmulo de viajes y trató de ser lo que algún día será. Y lo mejor de todo es que logró serlo. Por momentos, en realidad durante muchos minutos, la maquinaria azulgrana se reveló mucho más engrasada de lo que cabría esperar a estas alturas de curso. Y se vislumbraron muchos detalles para la esperanza.

Cuando la orquesta afina, cuando interpreta la novedosa partitura que ha compuesto Ivanovic para el nuevo proyecto, se escucha una sinfonía armoniosa, fresca, plena de ilusión. El técnico montenegrino se ha reinventado para reinventar. El nuevo Caja Laboral es mucho más divertido que su versión anterior. y aunque todavía se encuentra en fase embrionaria, ha dado con sus señas de identidad y parece sentirse cómodo en el papel.

Habrá que ver si la propuesta con la que encara el nuevo ejercicio el combinado gasteiztarra basta para de verdad plantar cara a los equipos a los que será necesario ganar para obtener los títulos. Pero resulta evidente que se aparece como una puerta abierta de par en par al talento. Y este vestuario anda sobrado de virtuosos, que cuando se asocian para jugar a baloncesto están capacitados para desarmar al enemigo más bravo.

Y así sucedió en la primera mitad de un partido que puede suponer una inyección anímica para un equipo que se mostró preparado para abandonar el diván. La fase del psicoanálisis, de los miedos y la continua búsqueda de identidad debería quedar aparcada. El patrón a seguir parece claro. El plan quedó retratado en el tercer cuarto del choque de Atenas y en la puesta en escena de ayer. Con un Andrés Nocioni imperial, capaz de contagiar su rabia al resto de la tropa, el cuadro azulgrana se lanzó a la yugular del adversario con un baloncesto alegre, directo, y un nivel de acierto espectacular.

En un abrir y cerrar de ojos, sin que a la afición que abarrotaba las gradas del CID le diera tiempo siquiera a sentarse, el conjunto vitoriano amasó una renta de quince puntos (10-25) que parecía suficiente como para destrozar el choque. Luego se vería que no, que al partido le quedaba mucha vida y al Gran Canaria le sobraba orgullo para seguir peleando por la victoria. Sin embargo, sí permitió a los pupilos de Ivanovic mandar durante todo el choque en un electrónico que sólo reflejó ventaja amarilla tras la canasta con la que Paulao Prestes inauguró la contienda.

El combinado insular tiró de casta para tratar de equilibrar un partido en el que una vez más el Caja Laboral fió su suerte a su tremenda pegada. Y por momentos llegó a acariciar el sueño de la remontada. Pero el equipo azulgrana no estaba ayer por la labor de dejarse llevar. Y a su excelencia ofensiva, con un Nemanja Bjelica colosal, unos bases más entonados que anteriores citas y un Lampe dominador cerca de los tableros, añadió por momentos una defensa asfixiante que acabó por estrangular a los pupilos de Pedro Martínez.

Un parcial de 0-22 entre el final del tercer cuarto y el comienzo del último, inaugurado con cinco triples consecutivos, enterró cualquier atisbo de esperanza para el Gran Canaria. El Caja Laboral empezó a ser lo que tendrá que ser para volver a ocupar su espacio en la élite. El futuro determinará hasta qué altura podrá volar la mariposa que ayer comenzó a romper el capullo de dudas que la apresaba.