vitoria. La Euroliga abre mañana el telón con más de un cambio y sin el clásico encuentro inaugural adelantado al martes o incluso al lunes.

Alteración nimia pero que enlaza con la más visible de esta edición. Sumisos a los imperativos catódicos -qué gran evento deportivo no lo está en estos tiempos-, los mandamases de la máxima competición europea han decidido programar todo el torneo entre los jueves y los viernes. Gran noticia para el aficionado, que puede disfrutarlo en un calendario más propio; para las televisiones, porque recibirán, a priori, una mayor audiencia por causa de la razón primera; pero mala noticia para los clubes que condensarán en una cantidad de tiempo menor dos encuentros, a menudo, de trascendencia.

No ha tenido que esperar mucho el Baskonia para sufrir en sus propias carnes este apretado calendario y sin tener que jugar en viernes. El encuentro adelantado, de nuevo por mandato televisivo, del domingo al sábado contra el Herbalife hace que los alaveses tengan que jugar en Atenas y en Canarias en menos de 48 horas. Cierto es que no juega el viernes pero también que la primera jornada en cualquier otra edición hubiera caído en miércoles. Aunque en este caso, la Euroliga, que había programado el partido con antelación suficiente, no tiene culpa.

La segunda y más inquietante de las mutaciones en el torneo reside en la concesión de licencias por periodos de un año tan sólo. Acostumbrados a la seguridad, sobre todo en el plano económico, que otorgaban las licencias a tres años -como la que disfrutaba el Baskonia, una Licencia A-, ahora los clubes deberán supeditar a su rendimiento deportivo su inversión finaciera. Por otro lado, lo más normal del mundo.

En todo caso, quedan oscuros por aclarar a este respecto, ya que las informaciones emitidas desde la organización son aún vagas y extraña que la competición pueda permitirse el lujo de privarse de ciertos participantes. Los aspectos infraestructurales, sociales y económicos tienen un peso más que considerable en el torneo y habrá que comprobar la flexibilidad de los gerentes de la Euroliga en este cuestionado punto.