Vitoria. Una maldición persigue al Caja Laboral. Un mal periódico, que acude fiel a su cita cada año por estas fechas, está haciendo estragos en la plantilla azulgrana, que sigue arrastrando problemas y corre el riesgo de presentarse el domingo ante el Cajasol con un equipo muy corto de efectivos. A los evidentes problemas derivados por la falta de un rodaje apropiado durante la pretemporada se suma la pésima fortuna que está acompañando a los jugadores que conforman la batería interior. Justo en una semana en la que daba la impresión de que el cuadro vitoriano iba a recuperar cierta compostura en la pintura, las tornas han vuelto a girar y, lejos de mejorar, todo ha ido a peor. La mononucleosis detectada el martes a Tibor Pleiss diezmó aún más el juego interior de un equipo que, contra lo que se presumía, quizá deba afrontar el segundo choque liguero sin Milko Bjelica.
El montenegrino, que comenzó a entrenar el lunes, volvió a ver frenado ayer el ritmo de su rehabilitación. Ante el manifiesto dolor que todavía siente en las rodillas, los médicos aconsejaron que redujera la carga de trabajo. Así, a pesar de que reconoce sentirse "mucho mejor", completó el entrenamiento al margen del resto del grupo y aseguró después que "casi seguro" no llegará a tiempo para el encuentro ante el Cajasol.
"No estoy aún preparado para dar el cien por cien. Necesito un poco más de descanso y entrenamiento, aunque me encantaría poder jugar tan pronto como sea posible", aseguraba Bjelica tras la sesión matinal de trabajo. "Siento mucho menos dolor, pero por prevención, se ha decidido que baje el ritmo. Pienso que necesito un par de días más para coger el tono necesario. Estaré al cien por cien seguro para el siguiente partido, para la Euroliga", añadía el internacional montenegrino, uno de los tres interiores puros con los que la directiva baskonista confeccionó el patrón de su nuevo proyecto.
Los otros dos son Maciej Lampe y Tibor Pleiss. Y tampoco han sido capaces de escapar a una maldición que se muestra inclemente con los hombres altos. Incluso Unai Calbarro, un jugador en principio destinado a completar los entrenamientos, ha caído. El vizcaíno pasó ayer por el quirófano para ser intervenido de una hernia inguinal. Por el momento, el único que se ha librado es el temporero Edu Hernández-Sonseca, a quien el club estudia presentar una oferta de prolongación de contrato ante la epidemia de bajas en la pintura. Ayer a mediodía, según confirmó el propio jugador, todavía no se había producido ningún contacto. El poste madrileño se mostró en todo caso encantado ante la mera posibilidad.
"Tengo los quince días y si llega una propuesta, bienvenida será. Llegué para echar una mano y las situaciones han ido cambiando. Han ido contando conmigo, estoy contento y espero que sigan haciéndolo", exponía Sonseca, que mostró destellos de haber asimilado con celeridad la filosofía del club y la de su nuevo técnico. No tiene problemas en asumir el reto que se le presenta. "Tal y como están las cosas, con la mala suerte que estamos teniendo en nuestra posición, hay que dar más del 100%. Si somos seis, somos seis, si somos ocho, somos ocho. Si somos cuatro, pues cuatro. Pero los que estemos tendremos que multiplicarnos", aseguró el pívot formado en la cantera del Real Madrid, cuyo papel puede ganar en protagonismo mientras los lesionados se reponen y el club decide si alguna de las piezas disponibles en el mercado merece un desembolso económico que deberá estar más justificado que nunca.
Así las cosas, con las bajas confirmadas de Pleiss y Calbarro, más la duda más que razonable de Milko y Causeur, quien también sigue trabajando al margen del grupo aunque parece que podrá llegar a tiempo, el nuevo Caja Laboral afrontará su segunda cita liguera. Un equipo necesitado aún de dar con su identidad llegará muy corto de efectivos y centímetros para recibir al conjunto más alto de la ACB.