GESCRAP Raül López (6), Vasileiadis (7), Mumbrú (3), Moerman (18), Rakovic (12) -cinco inicial-, Pilepic (6), Hamilton (7), Zisis (7), Samb (2) y Grimau (10).
CAJA LABORAL Cabezas (2), Oleson (7), San Emeterio (10), Nemanja (13), Pleiss (8) -cinco inicial-, Heurtel (13), Rochestie (3), Nocioni (18) y Hernández Sonseca.
Parciales 19-21, 38-33; 62-49, 78-74.
Árbitros García, Sacristán y Manuel. Eliminado San Emeterio (min.39).
Pabellón Miribilla. Unos 6.143 espectadores.
Suele decirse en el mus que el jugador que persigue las piedras de chica acaba perdiendo la partida. El baloncesto tiene poco que ver con ese juego de naipes, pero es un deporte en el que, salvo gloriosas excepciones, suelen ganar los tipos grandes. El Caja Laboral recibió ayer su primera señal de alarma en Miribilla. El Gescrap disputará la final de la presente edición de la Euskal Kopa tras pasar por encima de un rival al que sólo la calidad individual de algunos de sus puntales y un arreón de orgullo final ahorraron un correctivo sonrojante. En su ensayo general, la última prueba antes del arranque de la competición oficial, quedó patente que el nuevo proyecto azulgrana se encuentra demasiado atado a las limitaciones estructurales con las que se ha decidido armar la plantilla. Las bajas de Maciej Lampe y Milko Bjelica, que salvo sorpresa se perderán también el primer compromiso liguero en Zaragoza, arrojan un plantel superpoblado de exteriores pero demasiado inconsistente en la pintura como para hacer frente a un rival de cierta enjundia.
Podría decirse que el partido de ayer fue tan sólo otra prueba de la que deberían sacarse pocas conclusiones. Pero sería faltar a la verdad. Para bien o para mal, el plantel con el que se presentó el Caja Laboral en Miribilla será prácticamente el mismo con el que deberá afrontar su primera cita liguera. Salvo milagro inesperado, Ivanovic no tendrá más ingredientes interiores que añadir a la mezcla, lo que resulta preocupante porque Pleiss, un jugador muy válido pero tierno, sigue sin completar un partido en el que no sufra el peaje de la acumulación de faltas.
El Gescrap se encuentra también en fase de rodaje. El equipo de Katsikaris ha cambiado en esencia con la marcha de un Aaron Jackson que marcaba el ritmo. Ha perdido electricidad y se ha convertido en un colectivo mucho más sedentario, con más kilos y cierta tendencia a abusar del triple. Pero eso le bastó en la primera mitad para mandar en el marcador. Moerman, Vasileiadis y Raül López retrataron los desajustes de una defensa que siempre iba un paso por detrás para alcanzar en ventaja (38-33) el ecuador de un partido en el que el Caja Laboral sólo dio la cara en el primer acto.
Ivanovic se empeña en democratizar el puesto de base. El técnico montenegrino, fiel a su filosofía de ponerles las cosas difíciles a los nuevos, tiene a sus directores de juego nadando en un mar de dudas. Thomas Heurtel, que el pasado año no estaba a su juicio preparado más que para ofrecer cinco minutos de oxígeno a Prigioni, parece ahora el predilecto del balcánico, mientras Cabezas y Rochestie -todavía demasiado perdido- carecen de la continuidad necesaria para hacerse importantes y asumir los galones.
sin torres El nuevo proyecto baskonista, tan corto de efectivos interiores, se tambaleará cada vez que alguno de los tres interiores puros con los que cuenta ahora estornude. Y con dos lesionados, como es el caso, no debe extrañar que protagonice ejercicios de impotencia como el de ayer. Tanto Nocioni como Nemanja están en condiciones de ejercer de improvisados interiores. Pero al final da más la impresión de que se desperdicia el potencial de dos de los mejores treses de la ACB que de que de verdad están en condiciones de dar réplica a sus pares en defensa. Ayer, sin ir más lejos, un recién llegado como Moerman se bautizó en los derbis vecinales con una actuación para enmarcar. Bien ayudado por Rakovic y Hamilton, el Bilbao Basket controló el rebote, fue superior bajo los aros y encima remató al visitante con un terrible acierto desde la línea de tres (11 de 25, el 44%).
El Baskonia, que llegó a disponer de una jugada con dos tiros libres y posesión para forzar la prórroga en manos de Nocioni, fía su destino a la inspiración de sus estrellas. Sin un referente claro en la dirección, sus ataques se desarrollan en un caos que en el mejor de los casos se resuelve merced a la calidad de jugadores como Nocioni, San Emeterio o Nemanja, los tres únicos jugadores que se han mantenido en la línea de fiabilidad en esta pretemporada. Ante la baja de Causeur, que no jugó por precaución, Oleson volvió a mostrar su lado más oscuro, más cobarde, y sujeto a sus tres puntales y al anárquico paso al frente de Heurtel en el epílogo, el cuadro azulgrana trató de apelar a la épica para enmendar lo que ayer no era enmendable pero que en un futuro puede y debe solucionarse. Tiempo hay para ello.