vitoria. Todo está sujeto a cambios este verano en el Caja Laboral. Y todo significa absolutamente todo. A pesar de que una docena de jugadores disponen de contrato en vigor, y de que al menos uno de los dos que no lo tienen parece llamado a seguir en Vitoria, resulta casi imposible poner la mano en el fuego por la continuidad de cualquiera de los componentes de un plantel que ha ofrecido una temporada tan decepcionante. Ni siquiera por el comandante en jefe de la tropa azulgrana, un Dusko Ivanovic que firmó por dos temporadas pero cuya figura se encuentra ahora mismo sometida a un debate interno en el seno del club vitoriano que podría incluso resolverse con un relevo en el banquillo que sorprendería lo justo a una afición que también se encuentra dividida en torno a este asunto.

Josean Querejeta, el principal valedor del técnico montenegrino, sopesa el incremento de las opiniones críticas -incluidas las que llegan desde dentro de la entidad de Zurbano- en un momento en el que no sólo se habla en clave de baloncesto, sino también de venta de entradas y de generación de ilusiones en una hinchada que ha padecido dos de las peores temporadas de la era reciente del baskonismo. Un equipo que había convertido en una rutina, cuando no ganarlos, al menos sí pelear por los títulos, ha cerrado un bienio desalentador en el que sólo ha disputado una final, la de la última edición de la Supercopa, y durante el cual parece haberse quedado algo rezagado con respecto a sus dos grandes y económicamente poderosos enemigos habituales, enzarzados ahora mismo en la lucha por el entorchado liguero.

Existen muchos argumentos para justificar el paso atrás que ha dado el combinado vitoriano en estas dos últimas campañas. Quizá el de mayor peso tiene que ver, lógicamente, con ese desequilibrio económico que siempre ha obligado al cuadro baskonista a rozar la perfección para poder tutear a rivales que en algunos casos hasta duplican su presupuesto. Pero a nadie se le escapa, y tampoco a Josean Querejeta, que el modelo de gestión de Ivanovic, el entrenador más importante y laureado en la historia del club, ha comenzado a generar cierto desencanto en un importante sector de la afición que pide un cambio, sin tener muy claro en qué sentido, para virar la dirección de la nave. La película, en todo caso, podría haber sido distinta -difícil saber hasta qué punto- de haberse logrado el pase a la final tras un play off en el que la grada logró por momentos reconciliarse con un equipo que había perdido el alma.

Es una cuestión de sensaciones. Querejeta ha confiado siempre, y lo sigue haciendo, en Ivanovic más que en cualquier otro técnico. Al montenegrino le ha tolerado actitudes y errores que a otros les han costado despedidas prematuras. Al dirigente lazkaotarra no le tembló el pulso cuando tuvo la ocasión de recuperar al sargento de hierro, que había salido trasquilado de su aventura en Barcelona. De nada valieron los méritos acumulados durante la temporada precedente por Neven Spahija. El técnico de Sibenik había sumado dos títulos -entre ellos la segunda ACB- y había cumplido con el objetivo de meter al equipo en la Final Four. Pero contra todo pronóstico, amparado en la presunta mano blanda del croata en la gestión de banquillo, Querejeta optó por hacer uso de la cláusula que permitía romper el contrato de dos temporadas que habían firmado al término de la primera. El máximo mandatario de la entidad de Zurbano quería recuperar a Dusko Ivanovic. Echaba en falta la jerarquía de un entrenador al que siempre ha concedido mando en plaza y le ha descargado de presión y preocupaciones. Por eso ahora, en un momento en el que muchos abogan por el cambio, se le plantea un dilema.

En realidad, la pregunta que se hace todo el mundo el Vitoria gira en torno a quién puede ser digno de asumir ya no el banquillo del Caja Laboral, sino la confianza plena de un Querejeta que el pasado año ya realizó un primer escrutinio del mercado en busca de un posible sustituto. Pero no acabó de dar el paso y realizó una apuesta que muchos consideraron entonces arriesgada y a la postre valoran como errónea: a falta de uno, conceder dos años más de contrato al montenegrino. Más allá de los muchos problemas que ha podido encontrarse en su camino por culpa de las lesiones, la inadaptación de piezas importantes u otros menesteres, lo cierto es que el Caja Laboral ha firmado dos temporadas decepcionantes, muy alejadas de lo que venía siendo costumbre desde que se instaló, por méritos propios y seguramente con gran parte de culpa del propio Ivanovic, en la aristocracia del baloncesto continental.

el vacío de splitter Tras la marcha a la NBA de Tiago Splitter, uno de los grandes iconos del club que cerró su excepcional periplo como baskonista con la consecución del tercer título liguero de la historia, el equipo de Ivanovic ha quedado sumido en un foso de mediocridad competitiva. No ha vuelto a ofrecer la sensación de poder competir de igual a igual con los grandes. El año pasado el cuadro azulgrana completó su primera temporada sin disputar una final del presente siglo. Este, la cosa no ha ido a mejor: al margen de lograr colarse en la final de la Supercopa y de la meritoria resurrección en el play off cuando Ivanovic pudo disponer por fin de una plantilla compensada, el curso 2011-2012 será recordado por representar el primero en el que el conjunto vitoriano no logra acceder al Top 16 y cae a las primeras de cambio en una Euroliga en la que había logrado erigirse en un equipo respetado y respetable. En conjunto, habría que echar la vista muy atrás para dar con un bienio tan pobre. Tanto como retornar a finales de la década de los noventa (1999-2000 y 2000-2001) para encontrar dos temporadas tan discretas.

Pero lo peor no son los resultados o la ausencia de títulos. El dilema de Querejeta con respecto a Ivanovic está más ligado a las sensaciones de la grada, al creciente desencanto de la afición. A la necesidad de volver a conectar al equipo con su parroquia para recuperar ese binomio que tantas noches mágicas ha reportado bajo el embrujado cobijo del Buesa Arena. En el club existe división. También la hay en la calle. Pero esta decisión no se llevará a referéndum. La tomará una sola persona. Todo está sujeto a cambios este verano en el Baskonia. Incluso esto. Cuando se resuelva este dilema se irán despejando el resto de las incógnitas.