Vitoria. Dusko Ivanovic sabía antes incluso de que acabara el partido que su labor en las poco menos de 48 horas que lo separaban del quinto y definitivo duelo debía centrarse más en lo anímico que en lo táctico. El técnico montenegrino, acusado de duro, seguramente con toda la razón, no pasa por alto que sus pupilos recibieron ayer un severo varapalo moral y en la sala de prensa se encargó de destacar desde el primer momento que su equipo tiene capacidad para levantarse y pelear por la victoria mañana.
"El rebote y el contraataque son dos cosas que el Madrid hace muy bien. No sólo contra nosotros. Contra cualquiera. Hemos perdido, pero eso no significa que el próximo partido nos vayan a volver a ganar", advirtió el balcánico
Ivanovic no tuvo dudas a la hora de analizar un choque que tuvo dos partes tan diferenciadas, una en la que su equipo no supo rematar a un rival al que superó claramente y otra en la que salieron a relucir todos sus fantasmas. "Ha habido dos partidos. En el primero anotábamos y defendíamos, sobre todo, pero cuando fallamos tiros fáciles, comenzó una racha de gran acierto del Madrid y ya no hemos sabido hacer nada", señaló.
"Una vez que ha cambiado el partido, no tuvimos fuerzas para recuperarnos. Empezamos a tirar de tres y no era la mejor opción", añadió un Ivanovic que desveló que ni cuando el marcador sonreía a sus pupilos llegó a atisbar con optimismo el desenlace partido. "Comenzamos el tercer cuarto muy bien, corriendo y anotando, muy bien, pero parecíamos demasiado eufóricos, no podía durar", matizó.
Ivanovic quiso ante todo transmitir un mensaje optimista a la afición. A buen seguro lo haría también para insuflar un balón de oxígeno a un vestuario que acabó la cita bastante tocado, hundido. El montenegrino cree, o quiere hacer creer, que el cuadro baskonista puede volver a ganar en Madrid. "Nosotros tenemos claro que lo vamos a intentar. Lo importante es que podemos hacer mucho mejor baloncesto del que hemos hecho hoy. Si lo conseguimos, tendremos opciones", concluyó.
Su homólogo en el banquillo blanco, el vitoriano Pablo Laso, tampoco quiso pasarse de frenada en cuanto a optimismo, consciente de que la serie ha sido dura e igualada. "Es una eliminatoria igualadísima. Sabíamos que iba a decidirse por pequeños detalles y aún queda una batalla muy importante en menos de 48 horas", remarcó. "Los equipos deben estar muy concentrados para mantener un mismo nivel concentración", aseveró. No le falta razón.