Vitoria. Con sus genialidades y sus descuidos, sus aciertos y sus errores, Konstantinos Vasileiadis es Kostas para los amigos y ya, para todo el ámbito baloncestístico. Así es el alma de este Gescrap Bilbao. Cercano, expresivo, pasional, vehemente, volátil.

Para lo bueno y para lo malo, este trotamundos del basket que ha transitado de ciudad en ciudad, de costa a costa, toca con la punta de los dedos ambos extremos del yin y el yang. Así lo denota una trayectoria originada en Salónica para extenderse por Málaga, Atenas, Salónica de nuevo, Montegranaro, Santiago y recalar, finalmente, en Bilbao, donde ha encontrado acomodo su visceral personalidad, al menos, dentro del pabellón.

Un agitado trayecto geográfico que lo ha sido más aún en el aspecto competitivo. El jugador griego del Gescrap Bilbao ha integrado plantillas como la del Unicaja u Olympiacos, flamante campeón de Europa, llamadas a la gloria, así como proyectos de nuevo cuño como el del Xacobeo Bluesens o el Premiata Montegranaro italiano. Da igual. Vasileiadis vive el baloncesto en cualquiera de sus vertientes y esto lo ha demostrado bien a las claras tanto en los momentos álgidos de este Gescrap como en los que ha habido que ponerse el mono de trabajo, deportivamente hablando.

Su convulso perfil describe igualmente su relación con el Baskonia sobre el parquet. Ha habido días para el recuerdo y otros para el olvido. Por ambas partes. Pero prácticamente en cada choque disputado entre vizcaínos y alaveses, el griego ha dejado su impronta. Como en el último partido de la liga regular jugado en Miribilla. Aquel del triple en el último suspiro de San Emeterio que otorgó el triunfo a los azulgrana. Ya nadie se acuerda, pero si hubo alguién con la potestad de discutir aquel triunfo al Baskonia fue un Vasileiadis que anotó veinte puntos y sumó veintitres de valoración, liderando a su equipo en ambos aspectos.

Más aún debió dolerle al griego, así como a la creciente parroquia baloncestística bilbaína, la derrota ante los azulgrana en la Copa del Rey 2011 tras el partidazo que se marcó. Después de dominar el grueso del choque y con quince puntos de ventaja a mitad del tercer cuarto, Vasileiadis asumió la responsabilidad. Con una racha de seis triples de ocho, el griego azuzó a sus compañeros hasta situarse uno arriba y hasta tuvo el lanzamiento ganador en sus manos. Con anterioridad le habían anulado otro triple, por pisar la linea de banda, que habría sido determinante. Pero erró. Vasileiadis dio buena muestra de su potencial, de aquel que alcanza sus picos más elevados y que suele hacerlo en momentos determinantes, para lograr 31 puntos, con un 7 de 12 desde más allá del 6,75, en el primer partido de aquella Copa del Rey.

También ha tenido días para olvidar. En su carta de presentación ante el Baskonia el jugador griego firmó dos paupérrimos puntos y ni siquiera tiró de tres. Aún no se encontraba a sus anchas.

Aunque, quizás, la actuación más perjudicial para los intereses baskonistas sea la que tuvo en la fase regular de la Euroliga en Vitoria. Sus 21 puntos, con 27 de valoración, fueron claves para que el Gescrap se llevara la victoria del Iradier Arena. Derrota baskonista que, a la postre, sería determinante para la eliminación europea del club. En la vuelta, en Miribilla, Vasileiadis confirmó su carácter disoluto, en el aspecto deportivo, y firmó unas estadísticas discretas: 7 puntos para 6 de valoración. Apenas estuvo trece minutos sobre la cancha. Aquel día los recursos exteriores del griego, cruciales en su estilo de juego, adolecieron de falta de puntería.

Este es Kostas Vasileiadis. Genial por momentos, mediocre según la coyuntura. Aunque la raza de este tipo de jugadores suele florecer en la primavera competitiva. Ante los grandes retos, como los que ahora esperan al rival baskonista para estos cuartos de final.